viernes, 2 de febrero de 2018
DÍAS DE TRUENO
Existen discos que te transportan a una determinada época, más allá de los típicos «Esto lo escuchaba cuando no sé quién me dejó» o «Este disco me recuerda a cuando no sé quién y yo nos metíamos mano por los callejones de no sé dónde», que suelen ser asociaciones bastante forzadas y premeditadamente buscadas, hay grabaciones que trascienden los momentos puntuales y se quedan en la memoria como banda sonora de un espacio de tiempo y sus particularidades. Esto me pasa a mí con el disco de hoy.
En 2004, Robert Strings Dahlqvist, célebre guitarrista sueco, por aquel entonces en Hellacopters, lanzaba un nuevo y muy personal proyecto llamado Thunder Express, acompañado de otro pedazo de guitarrista como Robert Pehrsson y varios reputados músicos de la escena sueca. su álbum de debut se tituló We play for pleasure, un buen disco pero inferior al que voy a referirme hoy.
Gijón era un buen lugar para vivir si eras un amante del rock en 2007, tenías varias salas de diferentes aforos donde casi todos los días encontrabas algo que ver, ya fueran grupos góticos en la planta baja de un pequeño local o bandas y artistas de prestigio como The Steepwater band, Diamond Dogs o Sonny Vincent en salas más grandes y previo pago de entrada, pasando por grupos locales que se curtían en diferentes escenarios de la ciudad. Además, la villa de Jovellanos estaba trufada de bares donde podías escuchar buena música de diferentes pelajes y había un Festival de cine programando actuaciones interesantes, con todo eso se formaba una mezcolanza de buena música, alcohol y nocturnidad que convertía cada fin de semana, sobre todo, en una experiencia rocanrol de primer nivel.
Al mismo tiempo, en Suecia, Thunder Express se aprestaban a lanzar su segundo disco, Republic disgrace, un álbum mejor que el primero en cuanto a que esta más definido musicalmente. We play for pleasure era un disco con mucha influencia del high energy de Hellacopters pasado por tamices más clásicos, Republic Disgrace tira por el terreno Stones, Faces, Cheap Trick, etc. y suaviza las guitarras típicamente escandinavas para adornar sus canciones con muchos más pianos y coros femeninos y negroides; esto le confiere a canciones buenísimas como «New York Gold», «Vegas», «Switch», «Pick it up» o el tema que da título al LP, un sabor añejo y muy de banda de club. Unos meses después, en febrero de 2008, tuve oportunidad de comprobar la solvencia de la banda en un concierto en el antiguo Savoy 2, sito en la calle Pelayo, en el que trallazos como «From pleasure to pain», «Off I go» o «In my mind» sonaron crudos y contundentes, como Crom manda, que diría un colega. Aquello fue un cruce de caminos épico, a partir de ahí todo iría hacia abajo.
Dahlqvist reconvertió Thunder Express en Dundertaget; el mismo proyecto, las mismas canciones, pero en sueco. Personalmente, siempre esperé que Strings retomaría el proyecto original con nuevas grabaciones y giras, pero esas esperanzas se vieron truncadas por estos días del año pasado cuando se anunció la muerte del buen guitarrista con tan solo cuarenta años.
Por otra parte, Gijón también cambió, la crisis económica desatada en el verano de 2008 sacudió con fuerza y, para cuando se pudo recuperar un poco, todo había cambiado. Muchos bares habían cerrado o sido sustituidos por pastiches sin nada que ver con los templos noctámbulos anteriores, los conciertos llegaron con menos frecuencia, mucha gente se fue fuera a buscarse las habichuelas y el dominio de la ciudad quedó en manos de una franja de edad que eligió como gobierno local a una formación rancia, populista y totalmente antitética de cualquier tipo de cultura que no sea la ranciedad de Arturo Fernández o las iniciativas de ilustres enchufados...
Y así terminó la historia de una ciudad espléndida que en sus tiempos dorados cruzó su camino con el de una banda también maravillosa.
Thunder Express-Republic disgrace (Spotify)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)