viernes, 27 de abril de 2018

COME OUT AND PLAY



Hola, agente Hunt. Esta es su misión si decide aceptarla...

Jetbone han vuelto, se trata de una banda sueca de rock & roll de la que habrá oído hablar en misiones anteriores. Su tercer LP, Come out and play, sigue la estela de su anterior y espectacular Magical ride, pero añadiendo matices que reflejan la lógica evolución de sus componentes como músicos, por ejemplo, el tema que abre el álbum y además le da título tiene cierto poso funk, aunque no hace perder la solidez rockera de la música de Jetbone. La influencia de Rolling Stones, Faces, Humble Pie, Led Zeppelin y su compatriotas Diamond Dogs sigue siendo palpable en Temas como «Are you ready?», «Chickadee», «Don't hold me back» o «Lady». En definitiva, un maravilloso disco de puro rock del de toda la vida.

Jetbone - Come out and play

Su misión consiste en oír este disco, disfrutarlo y pasarse por uno de los conciertos de la gira española, iniciada ayer, si le cae cerca.
Este mensaje se autodestruirá en...

martes, 24 de abril de 2018

LONGSHOT IS FOR LOVERS



Billy Joe Armstrong es un tipo inquieto, de eso no hay duda; el líder de Green Day ha participado, ya fuera en periodos de hiato de la banda o en paralelo a su actividad, en varios proyectos musicales, aparte de hacer sus pinitos como actor, una faceta bastante menos afortunada que la de cantante y guitarrista. Pues bien, tras el new wave y after punk de The Network, el garage sesentero de Foxboro Hot Tubs y el punk de estilo más hardcore de Pinhead Gunpowder, ahora ha formado una nueva banda llamada Longshot, de un estilo mucho más divertido y melódico, que se estrena con un LP llamado Love is for losers. Acompañado por Kevin Preston, un inevitable en los proyectos de Billie Joe desde que su banda, unos antaño geniales Prima Donna que este año han sacado un LP que deja mucho que desear, teloneó a Green Day hace ya unos años; el batería, también de Prima Donna, David S. Field a las baquetas y Jeff Matika (guitarrista de apoyo en directo de GD) al bajo, Armstrong ha compuesto una serie de canciones que evocan claramente la luminosidad y el calor de California y nos transmiten ecos de Social Distorion, The Runaways o los propios Green Day en su versión más primigenia y desenfadada (hoy olvidada, por desgracia), aparte de tener reminiscencias de Beach Boys o incluso Petula Clark (el estribillo del tema que da título al álbum recuerda horrores a «Downtown»).

En definitiva, Love is for losers es una escucha ligera, agradable y divertida de poco más de treinta y dos minutos que entretiene con buenas canciones como «Taxi driver», «Cult hero» o «Soul surrender», quizá el lunar del disco sea que, al igual que en sus anteriores bandas, la voz de Billie Joe remite a Green Day, pero eso es algo absolutamente inevitable que se debe superar para disfrutar del buen hacer de The Longshot.

The Longshot- Love is for losers

jueves, 19 de abril de 2018

LOS MANIC HAN VUELTO... ABANDONEN TODA RESISTENCIA



El primer y destacadísimo disco de Manic Street Preachers, Generation terrorists, data de 1992, sería estúpido pedir a la banda galesa un disco con esa energía contestataria y nihilista captada de poesía punk, más que nada porque la banda que lidera James Dean Bradfield ha ido evolucionando con el tiempo y, aunque posiblemente haya más razones ahora que entonces para realizar un disco tan revolucionario como Generation, los paisanos de Ryan Giggs han desistido de lanzar mensajes políticos y rebeldes para centrar sus discos en aspectos mucho más humanistas; la juventud y el fin de esta, nostalgia, desamor o desarraigo, por poner algún ejemplo, han tomado las letras y los diferentes aspectos visuales de sus últimos discos. En su última y reciente obra, Resistance is futile, la banda dice abordar «la memoria y la pérdida, la historia olvidada, la realidad confusa y el arte como refugio». Es decir, siguen contemplando y plasmando aspectos del mundo que les rodea, pero más como observadores que como abanderados de causa alguna.

Musicalmente hablando, el grupo afirma que este álbum es obsesivamente melódico, aspecto claramente audible en temas como «Vivian», «Dylan & Caitlin» (con la colaboración de su compatriota The Anchoress, cantante indie), «In eternity» o «The left behind»,esto no excluye que canciones como «People give in», «International blue», «Liverpool revisited» o «Sequel of forgotten wars» sean canciones de cuño Manic de toda la vida y el disco no difiera demasiado de sus antecesores, quizá la gran disimilitud pueda ser una producción más limpia y cuidada a cargo de David Eringa.

Hay opiniones de todos los gustos sobre los Manic Street Preachers del siglo XXI, pero existe una corriente muy extendida que esgrime argumentos tales como que la banda intenta ahora llegar a un público más amplio, que han pasado de ser The Clash a ser U2 (esta me parece especialmente cruel), que si lo de la canción de la selección de Gales para la Eurocopa fue demasiado, que si el mensaje de sus canciones se ha domesticado... Todas esas opiniones tienen algo de razón, pero hay un detalle importante que se omite, estamos en 2018, hace veintiséis años que los Manic saltaron a la palestra, en este tiempo han tenido tiempo de casarse, tener hijos, recorrer el mundo varias veces, procesar la perdida de Richey Edwards (un antes y un después en la historia del grupo), aparte hay que sumar que la sociedad que les envuelve también ha cambiado mucho y eso es una cosa natural, los Manic de los años noventa no volverán y los que los hemos seguido desde entonces, lo aceptemos o no, no volveremos a tener quince o veinte años. Por mi parte, cada vez que lancen un disco haré lo que hago siempre, escucharlo con muchísima atención y ser consciente de que resistirse a aceptar el paso del tiempo y sus consecuencias es fútil.

Manic Street Preachers - Resistance is futile (Deezer)

viernes, 13 de abril de 2018

INSTINTO BÁSICO



La invité a sentarse. Llevaba una de esas cazadoras de las que tienen forma de chaqueta de motero pero son de un color mostaza terrible y que tanto habían dado que hablar en redes sociales hacía unos años. Mientras fumaba un cigarrillo de liar repleto de un tabaco cuyo envoltorio venía en unos tonos ocres verdosos y amarronados, como si por intentar reproducir una imagen de naturaleza no fuera a comerse sus pulmones, cruzó las piernas, muy lentamente, y advertí que... llevaba unos pantalones ceñidos (skinny creo que los llaman) que dejaban entrever que sus gemelos estaban pagando el precio de horas de sesiones de gimnasio mal planificadas; también me di cuenta de que esos vaqueros dejaban sus tobillos al aire y ella no llevaba calcetines pese a que en la calle hacía un frío de cojones. Sin duda me encontraba ante una mujer fatal... fatalmente vestida.
La animé a que me contara qué la había llevado a pretender contratar mis servicios. Apagó su cigarro mientras expulsaba el último hálito nicotinizado por un lateral de su boca, provocando una expresión que le hacía parecer Popeye, el marino.
La historia no era nada original, ella había vuelto de su trabajo como community manager (¿?) y su novio no estaba en casa pese a que ese día salía antes del trabajo, faltaba dinero y parte de su ropa, no había dejado ninguna nota, no respondía al móvil y nadie sabía de él; una vecina fisgona lo había visto abandonar el portal tranquilamente con su mochila al hombro y el dueño del colmado de la esquina asegura que, más o menos cinco minutos después, había entrado a su tienda a comprar una botella de vino, otra de whisky y tres cajetillas de tabaco, este dato le chocó mucho a mi posible clienta pues, según ella, su pareja «fumaba y bebía con moderación».
Estaba pensando en decirle que no tirara su tiempo y su dinero, que el tipo se seguramente se había ido con alguna pelandusca o simplemente iba a pasar una temporadita de fiesta, así que lo mejor para ella era continuar con su vida y él ya volvería cuando se le pasara el colocón o si lo de la otra mujer no iba en serio; entonces me di cuenta de que llevaba semanas sin un cliente y que con el adelanto que iba a pedir podría irme a tomar unas copas esa noche y cenarme unos buenos tacos al pastor en el bar del tipo aquel que huyó de México por haberse hecho un trío con las hijas de un capo del cártel de Sinaloa, así que acepté.

Dos días después volvimos a vernos en mi despacho, llevaba la misma cazadora hortera, pero esta vez la conjugaba con un pantalón de chándal casi igual que uno que me había comprado mi madre hacía décadas, cuando yo estaba en quinto de EGB. Me puse dos dedos de güisqui en un vaso y le pregunté si quería tomar algo.
-¿Tiene agua de sabores?
-Tenía una Cruzcampo -respondí-, pero creo que se la di a un cliente haciéndola pasar por cerveza.
Ella me miró, confundida, y con un gesto me dio a entender que ya no quería nada.
-¿Podemos ir al grano, por favor?
Me senté y encendí un cigarro, di una larga calada y comencé a hablar:
-Mire, mis pesquisas me han llevado a deducir que su novio no se ha ido con ninguna otra mujer, se ha ido él solo y de motu proprio.
-¿Y cómo ha llegado a esa conclusión?
-Verá, mi primera medida fue intentar reconstruir las últimas horas de su novio antes de desaparecer. El hombre salió de su trabajo a las seis y fue paseando con un compañero hasta la cervecería de un amigo, donde entró a tomar una caña. Total, que fui al bar y el amigo de su novio, el tipo ese del tupé encerado y la barba, uno con diarrea verbal, que habla como si lo fueran a prohibir -ella asintió, dándome a entender que sabía de quién hablaba-. Pues ese fulano me contó que nuestro amigo, el bebedor moderado, se tomó dos pintas -mirada de reprobación- y se despidió diciéndole que se iba a pasar por una tienda de discos cercana al bar, a ver si encontraba algo interesante; yo me dirigí a la tienda y allí hallé la solución -pequeño silencio para añadir dramatismo-. El dueño recordaba a su novio, se pasó por allí esa tarde y se llevó un disco que recomendaban en varios medios digitales, le dijo al dueño que se iba a casa a ponérselo. Todo esto ocurrió como un par de horas antes de que usted llegara a casa. A partir de aquí creo saber qué le ocurrió...
Ella respiró hondo y se llevó a la boca uno de sus cigarritos liados, yo se lo encendí y me senté en mi silla, echándome ligeramente hacia atrás.
-¿Conoce usted a Guttercats? -pregunté, sabedor de la respuesta.
Ella negó con la cabeza.
-Verá, Guttercats son una banda francesa, de París. Practican lo que ellos llaman Heartbreaking rock & roll -cara de estupefacción-. Se trata de un tipo de rock oscuro, con cierto toque lúgubre y melancólico, una producción muy básica, pero a la vez con dosis de emoción y una letras tendentes al romanticismo rockero y la decadencia.
-¿Y?
-Que su novio salió de la tienda de discos con el último CD de Guttercats en una bolsa y el disco no aparece en la lista de los discos que tiene en casa que le pedí que me enviara ayer.
-¿Y con eso cree saber dónde está...?
-No -la interrumpí-, yo no tengo ni idea de dónde está su novio...
Cogí el mando de la minicadena y pulsé un botón. «A trip down Memory Lane» comenzó a sonar mientras ella parecía cada vez más extrañada y furiosa.
-¿Y entonces por qué coño me ha citado si no tiene ni idea de...?
-No sé dónde está -la interrumpí-, pero sí creo saber qué pasó con él -inmediatamente cambié de canción, me levanté de la silla y me senté en la parte delantera de la mesa, muy cerca de ella.
-Verá, esta es la canción que da título al álbum, Follow your instinct. Es tremendamente profunda e hipnótica y su escucha le produce a uno que se le remuevan cosas por dentro, por eso creo que su novio escuchó esta canción e hizo lo que sugiere su título, se fue en busca de un destino que la vida acomodada que llevaba con usted no iba a proporcionarle. También es por eso que, tras escuchar esta canción -me acerqué a ella y bajé mi tono de voz para parecer más seductor-, me decidí a llamarla.
Mi cabeza se fue acercando a su cara con una mirada que, yo creía, recordaba a Humphrey Bogart en la escena del sofá de Tener y no tener, pero a ella debió rememorarle Slug, muerte viscosa o algo así, porque el rictus de asco que puso y la pedazo de hostia que me soltó (aún hoy, varios años después, tengo episodios de sordera ocasional) fueron antológicas, a continuación se levantó y salió de mi oficina en estampida mientras vociferaba todas las obscenidades que se le ocurrían, referidas a mí, por supuesto.

Nunca más volví a saber de esa chica ni de lo que ocurrió con su novio fugado, pero su recuerdo siempre vuelve a mi cabeza cuando pongo ese maravilloso disco de Guttercats...
Eso sí, la quinta canción, la que da título el álbum, la escucho esposado a mi silla. Por si las moscas...


viernes, 6 de abril de 2018

ELECTRICIDAD CARDIACA



Supongo que recordaréis a Uzzhuaïa, aquella banda de hard rock, a veces más clásico, otras con toques heavy modernos y oscuros que consiguió cierta notoriedad a mediados de la primera década de este siglo, en parte por haber sacado discos notables y para el público más mainstream, sobre todo, por una versión de «La chispa adecuada» de Héroes del silencio. Hace tres años Uzzhuaïa decidió tomarse un descanso y sus miembros se embarcaron en diferentes proyectos, hoy vamos a poner el acento en la nueva banda de su vocalista, Pau Monteagudo.

Corazones Eléctricos se formó para dar salida a las canciones que Pau había ido componiendo y que mostraban una inquietud por practicar un rock un tanto diferente al de su banda anterior, al lado de Kako Navarro al bajo y Miguel Giner a la batería (Pau se encarga de la guitarra), se pergeñó un disco titulado con el nombre de la banda en el que se dan rienda suelta a unas canciones que trasladan irremisiblemente al rock de corte más clásico, en sus canciones uno descubre mucho tiempo de haber mamado de ilustres tetas como Tom Petty, Creedence Clearwater Revival, Rolling Stones, ZZ Top, Led Zeppelin, Black Crowes o Golden Earring, en una primera escucha también me pareció notar ecos de Zigarros, banda con la que han compartido escenario,  Zakk Wylde en sus composiciones más clásicas y algún deje noventero, amén de alguna guitarra más lenta de corte más clásico aún, muy a lo Brian Setzer; pero lo realmente destacado de este disco es que, entre sus doce cortes no hay ninguno que baje el nivel, ningún tema parece grabado para rellenar tiempo, desde la inicial (y muy Tom Petty) «Camino al sur» hasta el final con «Todo me recuerda a ti», pasando por el stoniano «Volver a empezar», la balada fronteriza «Baile de salón», la movida «Rockawilly», el himno «¿Quién salvará al rock & roll?» (nada que ver con Dictators) y por todas las demás, asistimos a un chaparrón de rock que cala hasta los huesos.
Esta noche Corazones Eléctricos tocan en mi ciudad, Gijón. Obviamente, voy a ir a verlos para constatar las buenas sensaciones que me ha causado el disco, muchos aún estáis a tiempo de ir, los que no, escuchad y disfrutad:

Corazones Eléctricos-Corazones Eléctricos