viernes, 28 de septiembre de 2018

ELLOS, A LO SUYO



A: Mola esta canción de Danko Jones.
B: La misma canción que los últimos cinco discos.
A: No ye la mejor que tien, pero lo de la misma canción se podría decir de la mayoría de los grupos.
C: Danko Jones ye como Mötorhead o AC/DC, tienen que ir a piñón fijo, pa' evolucionar ya están Radiohead y esas mierdas.
A: Bastante de acuerdo, pero eso no quiere decir que sean malos.
C: No, simplemente es su rollo. Sería como reprochar a John Wayne que no hiciera comedias románticas.
(Transcripción de una conversación de Whatsapp entre tres tipos cuyas identidades permanecerán en el anonimato)

Existen un montón de bandas en el mundo que están afiliadas a la idiosincrasia que se describe en el texto de arriba, y una de esas formaciones es Supersuckers. El combo liderado por Eddie Spaghetti lleva décadas practicando un rock de componente punk, sucio, tabernario, de riffs abrasivos y ritmos acelerados (salvo por la intrusión de algún escarceo country). Suck it, la nueva entrega de los de Arizona, no difiere mucho de esa máxima, aunque quizá la influencia de Mötorhead se haga más patente en la gran mayoría de cortes de este disco, canciones como «All of the time», «Breakin' my balls» o «The worst thing ever» podrían haber aparecido perfectamente en Aftershock o Bad magic; también hay espacio para temas de factura más clásica como «Dead inside» y «Private parking lot»; para una pieza contry, «Cold wet wind» y para un corrosivo cover del «Beer drinkers & hell raisers» de los ZZ Top, que cierra un LP que, pese a no presentar novedades destacables, mantiene en plena vigencia aquella frase de Lemmy: «Si no te gustan los Supersuckers, no te gusta el rock & roll»

Supersuckers - Suck it (Deezer)






viernes, 21 de septiembre de 2018

LA SENDA DEL PERDEDOR



Dicen que dos cosas que suelen marcar a las personas son su lugar de procedencia y la gente con la que se juntan. En el caso de Matty James Cassidy, ambas premisas son ciertas; por una parte, en sus discos se adivina esa frialdad y tristeza ruda y un tanto sórdida que emana de Irlanda del Norte. Por otra, nuestro protagonista de hoy actualmente ocupa el puesto de bajista en la nueva formación de Dogs D'amour y el líder de la banda, el ínclito y entrañable Tyla J. Pallas, colabora cantando a dúo el tema que da título a este debut de Casssidy en solitario (anteriormente había grabado con su banda Philty Angels). Partiendo de ahí no es muy difícil entender la obra de este rockero, romántico a la par que estiloso.

Last one to die vio la luz en 2014 y en él hay mucho de rock y folk puramente tabernario y de la poética nihilista y derrotada que ha exhibido su mentor; las canciones, ya sean más furiosas y eléctricas, como «Up in smoke», «Same old me (brand new you)» o «Better days», o acústicas y relajadas, como «Don't turn your light out on me», «Never learn», «Another night» o «This one's for», constituyen un compendio de reflexiones sobre la condición del perdedor, sobre las mentiras, los sueños rotos, el abandono, personajes cuya única esperanza asoma al abrir la puerta de un bar o sobre ese resquemor interno que picotea en tu interior como un polluelo hambriento que sólo se calma al sentir la quemazón del alcohol bajando por el esófago cual lava abandonando un volcán.

Decía Víctor Hugo que «La melancolía es la felicidad de estar triste», dos siglos después, y de una forma más canalla, Matty James le da la razón.

Matty James - Last One To Die (Deezer)