jueves, 22 de junio de 2017

HERE'S LOOKING AT YOU, KID



Siempre he dicho que si tuviera que elegir ser un futbolista sería Nacho Cases. Qué  mejor para un sportinguista que ser un chico de Gijón que crece casi al lado de El Molinón, que siendo un crío oye las voces salidas del estadio en día de partido, eso cuando no está dentro animando a su equipo con la camiseta sobre su cuerpo, la bufanda al cuello y la ilusión en los ojos y el corazón que llega a defender los colores del primer equipo... Habrá quien piense que eso no tiene comparación alguna con ganar Champions, mundiales, balones de oro, botas de oro, partidos en China, EE UU o Qatar y esas futesas, pero para aquellos que anteponemos el corazón al bolsillo y la vanidad sabemos el valor del camino que Nacho tuvo que emprender a través de los años por las categorías inferiores del club, sorteando obstáculos que iban desde los partidos en campos indecentes llenos de barro y agua hasta aquel entrenador que le condenó al ostracismo en el filial sin que se supiera muy bien por qué (aunque años después todo se aclaró bastante al salir a la luz la verdadera catadura moral del personaje) y, sin perder la cara, siempre mirando hacia adelante, esperando la oportunidad que llegó cuando Manolo Preciado le hizo debutar en Santander. A partir de ahí empezó una singladura en la que Nacho fue claramente la imagen del Sporting y cuando digo imagen no me refiero a temas publicitarios o mercantilistas, sino a que la situación del centrocampista fue fiel reflejo de lo que le ocurría el club, que el Sporting estaba en momento dulce, pues se ganaba en el Bernabeu con gol a pase de Cases; que llegaba un enano de Barakaldo a entrenar al Sporting e imponer el paleofútbol no contando con Nacho, pues el Sporting se iba a segunda; y así sucesivamente, que diría el otro.

Por supuesto que Nacho tenía detractores, al principio eran del tipo de gente que le echa jamón de York al cachopo o que se enfadan cuando alguien deja abierto el frasco del champú, gente incoherente e incapaz de contemplar datos objetivos como que futbolistas como Eguren, Mandi, Casquero, Cristian Bustos, López Garai u Omar Mascarell, muchos de ellos fichados para quitarle el puesto, fueron incapaces de dar un rendimiento parecido al suyo y que, si miramos los fríos pero a la vez aclaratorios números, el Sporting obtiene mejor rendimiento en cuanto a puntuación cuando Nacho está en el campo; el problema vino cuando El Molinón y el sportinguismo, una vez más, se convirtió en Saturno devorando a sus hijos y, de nuevo, pagó con un jugador de casa una situación generada por la infame propiedad que asola al Sporting desde hace casi un cuarto de siglo, y así Nacho tuvo que soportar silbidos al ser sustituido en el que a la postre sería su último partido en El Molinón mientras algunos jugadores del Betis se iban entre aplausos. Así de cafre e injusta es esta afición.

Hoy Nacho Cases se despidió entre lágrimas del que ha sido y será el club de su vida, se va para vivir nuevas aventuras futbolísticas y humanas lejos de este Gijón donde muchos niños se irán hoy a la cama soñando con alcanzar algún día todo lo que el alcanzó...
Gracias por todo, Nacho, suerte.

The Gaslight Anthem-Here's looking at you, kid


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