viernes, 29 de septiembre de 2017

WHITE TRASH BLUES



-Esto parece salido de John Ford, sólo falta Walter Brennan al fondo tocando una triste armónica.

-Tus películas apestan, Rumble, igual que tu gran ídolo... No hizo otra cosa que copiar el estilo y la música a mi gente.

-Tu problema, Tommy Gunn, es que no comprendes la problemática que tenemos los chicos blancos, tomando la vida de donde podemos, adoptándola como nuestra...

(Slash Maraud, Doug Moench y Paul Gulacy, DC Comics, 1988)

Tommy Gunn se refiere en este diálogo a Elvis y, aunque tenga razón, la sustancia realmente está en la respuesta de Rex Rumble, matadora; cualquier artista considerado medianamente seminal dentro de esto del rocanrol tomó elementos de los músicos de raza negra pretéritos. Así, Carl Perkins, Elvis Presley, los Rolling Stones o los Beatles se vieron fuertemente influidos por Robert Johnson, Muddy Waters, Howlin' Wolf, Muddy Waters o Jimmy Reed, pero esto no dejaba de ser normal, las referencias blancas estaban encabezadas por un montón de tipos bronceados, con el pelo impecable, vestidos de domingo y cantando temas facilones de letras puras y castas, era imposible que eso ayuntara con una juventud rebelde que hacía preguntas que ni sus padres ni aquellos artistas pusilánimes sabían responder.
Décadas más tarde, los Stones plasmarían esa influencia en su último disco hasta la fecha, Blue & lonesome, grabando temas de los bluesmen que les inspiraron cuando empezaron en la música. 
Como la banda de la lengua hace tiempo que es un ascendiente para otras bandas, y una de las bandas en la que más patente es esa deuda son los Quireboys, la banda de Spike y Guy ha decidido lanzarse también ala piscina en lo que a versiones de blues se refiere.

White trash blues no es Blue & lonesome, igual que los Quireboys no son los Rolling Stones. Los de Newcastle son una banda estupenda pero no llegan ni por asomo a Jagger, Richards & co. Quizá por esto The Quireboys han elegido un repertorio más estándar, con canciones mucho más conocidas como «Boom boom» de John Lee Hooker, «I'm your hoochie koochie man» de Muddy Waters, «Shame, shames, shame» de Jimmy Reed o «Little queenie» del gran Chuck Berry. Otro detalle es que este disco realmente suena a Quireboys, simplemente han acentuado el toque bluesero que tienen muchas de sus composiciones propias, pero la banda es perfectamente reconocible, al igual que la voz de Spike, sin duda lo mejor del disco, oscura y melancólica cuando procede, rasgada y libidinosa cuando es menester.
Como curiosidad comentar que la banda lanzó como primer single «Leaving trunk», de Taj Mahal, y esta versión va acompañada de «Champagne and reefer», la vieja canción de Muddy Waters versionada habitualmente por los Rolling Stones (¡Qué casualidad!), y «Rollin' and tumblin'», también del genio de Mississipi.

White trash blues no será, posiblemente, un disco didáctico, no conseguirá que rockeros de generaciones actuales se interesen por la música pionera, pero sí es un ejercicio de estilo y homenaje de una muy buena banda con un excelente vocalista y, sólo por eso, merece la pena darle una oportunidad.




viernes, 22 de septiembre de 2017

PLACERES NO TAN FAVORITOS



GUN han vuelto, bueno, realmente volvieron en 2008, cuando los hermanos Gizzi se decidieron a retomar el grupo y, ante la negativa de Mark Rankin de ponerse de nuevo tras el micrófono, reclutaron al ex Little Angels Toby Jepson e iniciaron una gira en la que tuve la oportunidad de verles en Gijón y me llevé una grata impresión que se tambaleó meses después cuando lanzaron un EP titulado «Pop killer», mejorable cuanto menos.

En 2010 llega un acontecimiento capital en esta nueva singladura de la banda, Toby Jepson sale del grupo y el bajista Dante Gizzi pasa a ser cantante solista. A los pocos meses lanzan un LP, Break the silence, en el que demuestran estar más perdidos que un pulpo en un garaje, un batiburrillo de rock de moda bastante desconcertante. Llega 2015 y vuelven al ruedo con Frantic, un disco más coherente con el sonido de la banda, pero con canciones bastante insulsas. Y ahora, en este 2017, ve la luz un nuevo álbum titulado Favourite pleasures.

Seamos realistas, los mejores tiempos de GUN pasaron hace mucho, la banda editó tres trabajos sensacionales -Taking on the world, Gallus y Swagger- y todo se fue a la mierda con aquella especie de cosa titulada con un número de teléfono que ahora no recuerdo en el que se dieron a un pop inconsistente y flojo, quizá inspirados por la moda del momento en las islas; joder, es que hasta se cambiaron el nombre a G.U.N. No sé a quién se le ocurrió aquello, pero era para darle de hostias.
Gizzi no lo hace mal a la voz, pero es inevitable añorar a Mark Rankin, al que intenta parecerse con irregulares resultados; este y  otros detalles demuestran que es imposible que estos reformados GUN de los hermanos Gizzi, sin la estrella del grupo, tras el paso del tiempo y con múltiples cambios en su formación, vayan a retomar la gloria de antaño, cuando Gallus se colaba en las listas de ventas en puestos meritorios y llegaban a telonear a los Rolling Stones. Lo que sí han conseguido es hacer de este Favourite pleasures un disco muy entretenido, rockero y crudo. Los temas suenan vagamente a trallazos del pasado como «Better days», «Seems like I'm losing you» o «Steal your fire»; así, canciones como «Tragic heroes», «Take me down», «20 storeys Gun» o «Come undone», por destacar algunas, componen una colección de riffs que convierten la escucha de Favourite pleasures en un ejercicio de entretenimiento ralentizado por la balada Boy who fooled the world y ensombrecido por una versión del «Fight for your rights... to party» de los Beastie Boys, bastante lejos de la original, y «Here' where I am», un tema insulso en el que intentan parecerse al coñazo de Muse.

En resumen, que aunque Favourite pleasures no esté a la altura de sus primigenios antecesores, yo me quedo antes con estos nuevos GUN que con la mayoría de bandas con pretensiones que suenan en MTV Rocks, ese canal que antes hacía honor a su nombre.

GUN-Favourite pleasures(Deezer)

viernes, 15 de septiembre de 2017

AL OESTE EN CALIFORNIA CRECÍA Y VIVÍA



Cuando Chris Shiflett sacó su primer disco con su proyecto The Dead Peasants me sorprendió, no era la primera vez que un miembro de una banda de rock se lanzaba con un nuevo proyecto de corte más autóctono, más enraizado en la tradición americana, pero la labor de Chris en No Use For A Name, Foo Fighters o su proyecto paralelo Jackson United no dejaba asomar ese gusto; sí podía verse algún deje en Me First And The Gimme Gimmes, pero no olvidemos que estamos hablando de una banda de versiones que no deja de ser un proyecto absolutamente personal de Fat Mike que tampoco debe tomarse demasiado en serio.

Chris publicó este pasado mes de abril un disco en solitario titulado West Coast town que, según sus propias palabras, es un homenaje a sus orígenes, a la zona donde nació (Aubrey, una pequeña localidad pegada a Santa Barbara) y la música que sonaba allí. En este álbum se pueden escuchar referencias al rock de raíces americano y al country al estilo Bakersfield, el más aceptado en el estado de California. Así, nos encontramos con diez canciones que recuerdan a polvo, a carretera, a motel y bailes en tabernas entre las que destacan temas como «Stick & stones», «West Coast town», «Goodnight, Little Rock», «Room 102» y «Tonight's not over».

Shiflett ya se encuentra de nuevo metido en la vorágine de un nuevo disco de Foo Fighters con su correspondiente gira, pero estaría bien que nos amenizara más a menudo con discos como este.

Chris Shiflett-West Coast town

lunes, 11 de septiembre de 2017

AGITANDO LA FE EN EL ROCK & ROLL



The Steepwater Band tocan el próximo martes en Gijón; esto no debería ser una novedad, los de Chicago se han pasado ya un buen puñado de veces por mi ciudad y ya he tenido ocasión  de presenciar su directo más de una vez, pero quizá este concierto vaya a tener algo especial y por eso me apetecía dedicar este espacio a la banda que lidera Jeff Massey.

El último trabajo de los Steepwaters es quizá mi disco favorito, al menos forma parte de una terna en la que estarían incluidos Grace & melody y Brother to the snake. Shake your faith es un trabajo que nos muestra una banda hecha, consistente y madura, pero que no ha perdido garra ni frescura, eso es algo muy difícil de lograr. Así, desde el tema título inicial, un robusto ejercicio de rock de raíces, hasta la postrera «Ain't got love», asistimos a una colección de canciones en la que pasamos del boogie con tintes Stones -no en vano están haciendo conciertos versionando a la banda de Richards y Jagger- de «Mama got to ramble», medios tiempos con matices blueseros como «Break», canciones relajadas como «Bring on the love», la optimista «Jealous of your way», el country eléctrico de «I will never know», el contundente riff de «Walk in the light», «Gone goodbye», que me recuerda a los ZZ Top con más groove, a los de «Cheap sunglasses», la tranquilidad vuelve con la melódica «Last second chance» y el LP se cierra con el tema anteriormente mencionado, un blues rock muy en la onda de los Steepwater Band de siempre.
Cabría destacar también la producción de un Jim Wirt cada vez mejor integrado en el ideario de la banda.

Los Steepwater vuelven a la ciudad y su gira española es, como casi siempre, bastante extensa, así que no te lo pierdas en directo y, si por cualquier razón no puedes ir, enchúfate este Shake your faith y disfruta.

The Steepwater band-Shake your faith

viernes, 1 de septiembre de 2017

EXPUESTO Y SOLO



Una separación nunca es fácil. Y no me refiero solamente al plano sentimental, que también. Psiquiatras de todo el mundo afirman que el cisma respecto a una parte significante de tu vida es una de las experiencias más estresantes que se pueden vivir: mudanzas, divorcios, cambios de trabajo, pérdida de un amigo o familiar, etc...
Una situación así es la que se vivió en el seno de Mötley Crüe a principios de la década de los noventa cuando Vince Neil dejó de formar parte de la banda (él siempre manifestó haberse ido y el resto de los Crüe afirmaban haberlo expulsado). Era obvio que Neil iba a seguir vinculado al mundo de la música -más que nada porque no sabía hacer otra cosa- y, para ello, dio forma a un nuevo proyecto en el que involucró a gente de nivel muy alto en el mundo del hard rock. La competencia con sus antiguos compañeros iba a ser dura y el rubio californiano quería contar con la mejor compañía posible. De la guitarra solista y la ayuda en la composición se encargó Steve Stevens, conocido mundialmente por ser el guitarrista de Billy Idol; en la rítmica estaba Dave Marshall, que más tarde tocaría con Slaughter; del bajo se ocupaba el ex Ozzy y ex Billy Idol, Phil Soussan, y a la batería se situó Vik Foxx, que había sido propietario de las baquetas de Enuff Z' Nuff. A esta formación habría que añadir a Jack Blades y Tommy Shaw, los miembros de Damn Yankees, que por aquel entonces se habían convertido en una pareja compositiva, tanto en proyectos comunes como para otros artistas, al nivel de Desmond Child (bueno, quizá un poco menos moñas) u otros coetáneos. Shaw y Blades firmarán junto a Neil el single «You're invited (but your friend can't come)» y «Sister of pain», aparte de «Can't change me», que figura en los créditos como composición de ellos dos.

El primer disco en solitario de Neil, fechado en 1993, se tituló Exposed y lo cierto es que si atendemos a la exposición a la que alude el título podemos encontrar que el disco tiene mucho que ver con el sonido Crüe, cosa absolutamente lógica, «Sister of pain», «Can't have your cake», «Fine, fine wine» o «Gettin' hard» podrían ser perfectamente composiciones incluidas en cualquier disco de Nikki Sizz y los suyos; incluso las dos baladas, «Can't change me» y «Forever», destilan aroma Mötley por doquier. Otra faceta del disco es que si atendemos a las demoledoras guitarras que introduce Steven en el álbum, también podríamos pensar que estamos escuchando un disco de Billy Idol, al menos hasta que Vince empieza a cantar. Steve dota a temas como «Look in her eyes», «The edge»(con inicio en clave flamenco), «Set me free» (cover del hit de The Sweet) y «Living is a luxury» de ese sonido de guitarra robusto y futurista -en ocasiones llega a exagerarlo- que encontramos en los discos del cantante de Stanmore.

Exposed distaba infinito de ser un mal disco, pero tuvo una acogida discreta (la ola alternativa que inundó los noventa alcanzaba su apogeo); sus ex colegas tuvieron una repercusión parecida con el LP lanzado el año siguiente, con John Corabi a la voz.

Vince volvió a la carga, ya sin Steve Stevens, en 1995 con Carved in stone, un desesperado intento de recuperar la notoriedad perdida bastante inferior a Exposed; mientras tanto, los Mötley Crüe reconsideraban la dirección a tomar por la banda tras el fiasco de la contratación de John Corabi...
...pero esa es otra historia.

Vince Neil-Exposed (Deezer)