-Esto parece salido de John Ford, sólo falta Walter Brennan al fondo tocando una triste armónica.
-Tus películas apestan, Rumble, igual que tu gran ídolo... No hizo otra cosa que copiar el estilo y la música a mi gente.
-Tu problema, Tommy Gunn, es que no comprendes la problemática que tenemos los chicos blancos, tomando la vida de donde podemos, adoptándola como nuestra...
(Slash Maraud, Doug Moench y Paul Gulacy, DC Comics, 1988)
Tommy Gunn se refiere en este diálogo a Elvis y, aunque tenga razón, la sustancia realmente está en la respuesta de Rex Rumble, matadora; cualquier artista considerado medianamente seminal dentro de esto del rocanrol tomó elementos de los músicos de raza negra pretéritos. Así, Carl Perkins, Elvis Presley, los Rolling Stones o los Beatles se vieron fuertemente influidos por Robert Johnson, Muddy Waters, Howlin' Wolf, Muddy Waters o Jimmy Reed, pero esto no dejaba de ser normal, las referencias blancas estaban encabezadas por un montón de tipos bronceados, con el pelo impecable, vestidos de domingo y cantando temas facilones de letras puras y castas, era imposible que eso ayuntara con una juventud rebelde que hacía preguntas que ni sus padres ni aquellos artistas pusilánimes sabían responder.
Décadas más tarde, los Stones plasmarían esa influencia en su último disco hasta la fecha, Blue & lonesome, grabando temas de los bluesmen que les inspiraron cuando empezaron en la música.
Como la banda de la lengua hace tiempo que es un ascendiente para otras bandas, y una de las bandas en la que más patente es esa deuda son los Quireboys, la banda de Spike y Guy ha decidido lanzarse también ala piscina en lo que a versiones de blues se refiere.
White trash blues no es Blue & lonesome, igual que los Quireboys no son los Rolling Stones. Los de Newcastle son una banda estupenda pero no llegan ni por asomo a Jagger, Richards & co. Quizá por esto The Quireboys han elegido un repertorio más estándar, con canciones mucho más conocidas como «Boom boom» de John Lee Hooker, «I'm your hoochie koochie man» de Muddy Waters, «Shame, shames, shame» de Jimmy Reed o «Little queenie» del gran Chuck Berry. Otro detalle es que este disco realmente suena a Quireboys, simplemente han acentuado el toque bluesero que tienen muchas de sus composiciones propias, pero la banda es perfectamente reconocible, al igual que la voz de Spike, sin duda lo mejor del disco, oscura y melancólica cuando procede, rasgada y libidinosa cuando es menester.
Como curiosidad comentar que la banda lanzó como primer single «Leaving trunk», de Taj Mahal, y esta versión va acompañada de «Champagne and reefer», la vieja canción de Muddy Waters versionada habitualmente por los Rolling Stones (¡Qué casualidad!), y «Rollin' and tumblin'», también del genio de Mississipi.
White trash blues no será, posiblemente, un disco didáctico, no conseguirá que rockeros de generaciones actuales se interesen por la música pionera, pero sí es un ejercicio de estilo y homenaje de una muy buena banda con un excelente vocalista y, sólo por eso, merece la pena darle una oportunidad.
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