viernes, 15 de mayo de 2015
LA SOLEDAD DE LUCILLE
Cuando quemas tus momentos dedicados a la música a investigar y descubrir nuevas bandas y solistas te suele ocurrir una cosa, que te olvidas de prestarles atención a los que te han acompañado durante toda la vida, les buscas un rincón confortable y allí los abandonas hasta que algo te haga acordarte de ellos. Total, que entre tanto rock & roll, punk, hard rock, southern rock, etc. llevaba mucho sin escuchar al bueno de B.B. King, sabía de sus problemas de salud y me preocupaba, pero no imaginaba que se fuera a morir tan pronto y dejar el mundo de la música con esta sensación de orfandad.
Existe en el mundo de la cultura cierto tipo de carisma que alcanza a todo el mundo, da igual que sean fans o no, ves a cierto artista y te cae bien, quizá por su apariencia bonachona, por sus circunstancias personales por su atractivo físico o yo qué carajo sé, el caso es que B.B. lo tenía pero sería un error de bulto valorarle únicamente por eso, porque Riley Ben King era, es y será uno de los músicos más influyentes del siglo XX.
B.B, como tantos otros Bluesmen, nació en una plantación de algodón en las cercanías del Mississipi, abandonado por su padre y con una madre que no podía cuidar de él, el joven Riley creció junto a su abuela y tomó contacto con la música, como tantos otros artistas afroamericanos, cantando gospel en la iglesia, su primera guitarra le sería regalada por Bukka White, un músico local primo de su madre. Con los años B.B. compaginaría su trabajo como conductor de tractores con su perfeccionamiento como guitarrista, por fin, en una de sus frecuentes visitas a Memphis, consiguió sonar en una radio local, esta aparición radiofónica le consiguió muchos conciertos que le valieron de plataforma hacia un contrato discográfico con la prestigiosa RPM Records, allí, King conoció a personajes como el creador de Sun Records, Sam Phillips, o el bluesman T-Bone Walker. Sus grabaciones con RPM le granjearon fama en el mundo del R&B y le valieron para colaborar con grandes del movimiento como Ike Turner.
En los años sesenta, B.B. King cimentó su leyenda con un cambio de discográfica que le sirvió para sentar las bases de su sonido, más bluesero, y consiguió el éxito con temas como la archiconocida "The Thrill Is Gone". A partir de aquí, B.B, junto a otros como Muddy Waters, Chuck Berry o Buddy Guy, se convirtió en uno de los guitarristas más reputados e influyentes, contándose entre sus admiradores gente como Keith Richards, Eric Clapton, Jimmy Page, Pete Townsend, George Harrison, Gary Moore y otros más modernos como Slash, Richie Kotzen, The Edge, Richie Sambora, Jack White o Angus Young.
Cuentan que B.B. King comenzó a llamar a sus famosas Gibson Lucille debido a que se declaró un incendio en un teatro en el que acababa de tocar, King casi pierde la vida por rescatar a su guitarra, a la que bautizó con este nombre al conocer que dicho incendio fue provocado por dos hombres que peleaban por una mujer llamada precisamente Lucille.
Ahora las Lucille de B.B. King ven cómo el amor de su vida se va, cómo el que incedió teatros, salas y pabellones a su lado abandona esta vida de blues y electricidad, viudas de unos dedos que las acaricien de forma suave y vigorosa a la vez.
Que la tierra te sea leve, B.B. King.
B.B. King - The Thrill Is Gone
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