viernes, 28 de octubre de 2016
ELÉCTRICOS Y A MUCHA HONRA
La publicidad siempre ha ido de la mano de la música, guste o no; ha habido canciones cuyo éxito ha venido propulsado por su aparición en algún spot -por ejemplo, «Bohemian like you» de Dandy Warhols o «Are you gonna be my girl?» de Jet, empleadas por la misma compañía de telefonía móvil - pero también la inclusión o el intento de destinar una canción a fines publicitarios han sido objeto de polémica, casi siempre relacionada con la autenticidad y la personalidad de los autores (baste ver los casos de los Doors con «Light my fire», Dead Kennedys con «Holiday in Cambodia» o Tom Waits con «Innocent when you dream», por citar unos pocos). Digo esto porque el texto de hoy viene dado gracias a un anuncio que vi en un rato de esparcimiento televisivo, el comercial en cuestión era de una compañía aérea de bajo coste, el spot no era gran cosa , lo típico de una chica viajando por diferentes sitios con las caracterizaciones esperadas, pero lo que sí atrajo mi atención era la música, un frenesí guitarrero de hard rock a tope, se trataba de «Lil' devil», uno de los temas estrella del asombroso Electric de The Cult.
Aunque su predecesor Sonic temple es posiblemente el álbum más exitoso y celebrado de la banda de Ian Astbury y Billy Duffy, yo personalmente siempre he preferido Electric, el álbum que apartó a los ingleses del camino pseudogótico y new wave para introducirlos en el rock tocado con el volumen a todo trapo. Un disco que cambió para siempre la trayectoria del grupo.
En este disco se reconocen tres deudas esencialmente: Rolling Stones, AC/DC y The Doors, o más concretamente Jim Morrison, principal influencia del vocalista, no en vano Astbury ocuparía el lugar de Jimbo en varios conciertos de reunión de la banda californiana.
Respecto a la querencia por los sonidos de la banda de Richards y Jagger o el combo de los hermanos Young, baste escuchar el inicio del disco con «Wildflower» para notar ese rock & roll cadencioso y sucio de los australianos, una máxima que se repetirá a lo largo de todo el disco, pero la magia stoniana aparecerá en temas como la antes citada «Lil' devil», «Electric ocean» y sobre todo, el hit single «Love removal machine», con un riff muy parecido a «Start me up». Dentro del hard rock más clásico ubicaríamos (¡faltaría más!) la versión del «Born to be wild» de Steppenwolf, el disco se cierra con un bluesero «Memphis hip shake».
Ignoro si para los fans de la época anterior de The Cult este disco supuso un colapso y su aceptación -Yo apenas tenía diez años por entonces-, pero sí puedo decir que la primera vez que yo lo oí me pareció un discazo supino y que aún hoy, aunque tenga que recordármelo la televisión, me parece una obra muy recomendable y muy reivindicable.
The Cult - Electric (Deezer)
miércoles, 26 de octubre de 2016
MEJOR SOLOS QUE CON DAN AUERBACH
Nunca me han gustado los productores estrella, creo que muchos de ellos han sido un lastre importante para los discos en los que han trabajado a base de querer imponer su propio sonido sin importarles el faltar a la identidad y características de la banda. El tristemente desaparecido Scott Weiland se pronunció en términos parecidos hablando de la frustrada sociedad entre Rick Rubin y Velvet Revolver, comentando que el barbudo productor simplemente quería que Slash y los demás depositasen sus grabaciones en el estudio y le dejaran hacer sin tener en cuenta el parecer de los propios músicos.
Parece que a esta plutocracia del sonido formada por nombres como Rubin, Butch Vig o Bob Rock, entre otros como Nigel Walker a un nivel más modesto, tenemos que añadir el nombre de Dan Auerbach, líder de Black Keys y que se ha puesto a los mandos del estudio en el último trabajo de Pretenders hasta la fecha, Alone.
Vaya por delante que a mí no me desagradan los Black Keys, no me parecen la maravilla que algunos pregonan, pero tengo buen concepto de su música. Lo que no es de recibo es que pretenda trasladar este sonido a la banda de pop-rock británico más arquetípica que uno recuerda y que la urgencia y guitarras enérgicas pero sencillas de «Precious», «Back on the chain gang» o «The wait» sean sustituidos por guitarras pesadas y gruesas al estilo blues americano («Alone», «Gotta wait») y ejecuciones que llegan a acariciar por momentos los sonidos que han puesto de moda todas estas bandas indie tan espantosas que hacen canciones basadas en el country y el folk («Roadie man», «Let's get lost»), incluso la canción que cierra el disco, «Holy commotion», recuerda al hype de la banda de Auerbach, «Lonely boy», quién sabe si con ánimo de captar nuevos adeptos en otro tipo de públicos.
Por supuesto, este despropósito no es únicamente culpa del de Ohio; Chrissie Hynde, cabeza visible de la banda londinense y única voz autorizada, ha sido la responsable de elegir al productor y ella sabrá el porqué, si la idiosincrasia de Pretenders ya no le importa lo más mínimo o si prefiere guardar ese sonido para su carrera en solitario ( su debut del 2014, Stockholm, sonaba mucho a pop rock vitamínico), el caso es que el error y la falta de lealtad a los incondicionales son mayúsculos.
Alone saldrá oficialmente a la venta pasado mañana. Para entonces espero haberme olvidado de él...
jueves, 20 de octubre de 2016
FILTHY LUCRE: POPSMEAR
En ocasiones he comentado la revolución que constituyó el alzamiento del rock alternativo -encabezada por las bandas denominadas grunge-, que supuso un duro golpe para las formaciones exitosas de la década anterior, y cómo hubo bandas que en un patético intento por amoldarse a aquella actualidad intentaron grungerizar su música (Slang, de Def Leppard y Waiting for the punchline, de Extreme, serían los casos más sangrantes). También escribí en otra entrada sobre Demolition 23, proyecto del gran Michael Monroe que no recibió la consideración merecida. Lo que se me olvidó mencionar es que esta práctica de formar nuevos grupos tuvo cierta habitualidad durante la década de los noventa entre músicos que hubiesen alcanzado la fama en decenios anteriores, como la unión del guitarra de los Sex Pistols, Steve Jones, con miembros de Guns N' Roses dando forma a los Neurotics Outsiders o la banda protagonista de hoy.
Phil Lewis, vocalista de los L.A. Guns, se encontró en una encrucijada; ante la pujanza de los oscuros sonidos llegados del norte del país, su banda decidió tomarse un descanso para meditar hacia dónde conducir su situación. Lewis debió pensar que a problemas complicados, soluciones simples, y así se decidió por montar un nuevo proyecto con el guitarrista de Sid Vicious, London Cowboys y The Idols, entre otros, el mítico músico punk Steve Dior. Llamados como una canción de los Sex Pistols que L.A. Guns solían versionar, «Filthy lucre», esta banda lanzó al mercado un único disco titulado Popsmear.
Lo primero que uno escucha en este LP sorprende, se trata de «Ariata» una intro de poco más de un minuto y medio, de ritmo lento, bajo machacón y voz y guitarra distorsionadas fronteriza con el grunge. Por suerte, se trata de un juego que tendrá poca continuidad, «Out of control» inicia las hostilidades con un riff superacelerado y fronterizo entre el punk y el hard rock para dar paso a «Black Cadillac», puro y genuino sleazy californiano. «Baby I want» también tiene ciertos ecos noventeros por su ritmo lento y enfermizo y la preponderancia dela sección rítmica deMC Bones y Sasha Krivtsov, pero da paso a la joya stoniana y contundente que es «Hollywood», diversión y perversión en poco más de cinco minutos.
«Milk my money» es otra demostración de cock rock digna de la banda de la que procedía Lewis o los mismísimos Mötley Crüe y nos lleva hasta «Brand new deal», que amaga con noventear con un inicio parecido a «Ariata» pero rompe a hard rock puro y duro. El punk retorna de la mano de «Suksex», claramente influenciada por Dead Boys o Ramones y continúa con «Can't kick», canción compuesta por Steve Dior y Johnny Thunders en la época en la que el guitarrista frecuentaba al genio neoyorquino.
La guinda la pone «Ladbroke grove», con cierto groove reggae y estribillo inequívocamente pop.
Phil Lewis comentó en una entrevista que este proyecto le sirvió para volver a todo aquello por lo que se había hecho cantante de rock & roll, los ensayos, grabaciones y conciertos tomando tequila, girar en camioneta y tocaren garitos de mediana capacidad. Quizá esa sea la mejor definición que se pueda dar a este trabajo: Rock simple, enérgico y sin complicaciones.
Nada más y nada menos.
viernes, 14 de octubre de 2016
AGITANDO EL ÁRBOL DEL BIEN Y DEL ROCK...
Este 2016 está resultando muy prolífico en lo que a lanzamientos discográficos se refiere, otra cosa es la calidad de los mismos; la verdad es que salvo alguna cosa como A todo que sí de Los Zigarros, The black heart of rock & roll de Watts o Dead man's voice de The New Roses, la mayoría de novedades de este año me resultan bastante insulsas; la unión entre Iggy Pop y Josh Homme no me convencía y Post pop depression me ha hecho reafirmarme en mi opinión, Cheap Trick siguen sonando divertidos pero sus canciones se me hacen bastante repetitivas, Green Day han vuelto a sonidos más punk tras todo este trasiego que, a partir de American idiot, les llevó por un periplo de conceptualismo y canciones de siete minutos, mas, aunque aplaudo la concisión y sencillez de sus nuevos temas, se me antoja que este cambio llega tarde. Imperial State Electric han facturado un trabajo plano y bastante pobre si lo comparamos con los dos primeros discos de la banda, lo que, a mi entender, muestra que esta formación está completamente agotada y carece de sentido ante las cada vez más frecuentes reuniones de Hellacopters.
Dentro de lo que sí me ha gustado, y mucho, está nuestro LP protagonista de hoy, el altamente recomendable Shake the tree de los británicos The Brew; una nueva lección de blues rock grueso, contundente y musculoso que nos retrotrae a finales de sesenta y principios de los setenta, aunque con una producción mucho más moderna y cuidada que en obras anteriores. Aquí los temas suenan frescos y actuales en la voz y guitarra de un Adam Barwick terriblemente inspirado y perfectamente secundado (a veces incluso superado) por la base rítmica que conforman los Smith. Temas como «Knife edge», «Rock & roll dealer», «Name on a bullet» o la hipnótica «My Juliet», que cierra el disco, hacen de este Shake the tree una escucha muy agradable que reafirma la sensación de que The Brew son una pedazo de banda en la que el hecho de que bajista y batería sean padre e hijo, respectivamente, no deja de ser anecdótico ante la cantidad de buenas canciones y grandes discos -¿cómo olvidar aquel fabuloso A million dead stars?- que han dejado para la posteridad.
Rock con mayúsculas y a todo trapo.
The Brew - Shake the tree (Deezer)
viernes, 7 de octubre de 2016
VODEVIL DE DISTORSIÓN
Dust Bowl Jokies son un quinteto sueco que debutó en 2011 con el LP del que vamos a hablar hoy, un disco que se aparta un poco del estereotipo de rock del país de Ibrahimovic para bucear en un hard rock sleazy más convencional, menos Nomads, Union Carbide Productions o TSOOL y más Aerosmith, Kiss, Hanoi Rocks y ligeros toques southern blues que recuerdan a los Poison de Native tongue.
Este Cockaine Vaudeville constituye una selección de trallazos más que adecuados para disfrutar mientras uno toma unos espirituosos, sale de noche o cualquier otra cosa lasciva y decadente; temazos como «Hoodoo Voodoo Allstar», «Boots on, rocks off» o «Whore of baylon» están absolutamente impregnadas de electricidad, nocturnidad y vicios de todo tipo y harán disfrutar los amantes de los riffs de ojo pintado y botella de Jack Daniel's...
Dust Bowl Jokies - Cockaine Vaudeville (Deezer)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)