martes, 30 de enero de 2018

SEPARATE WAYS



Las relaciones cantante-guitarrista en el mundo del rock siempre han sido complicadas, desde Jagger y Richards hasta el divorcio de Richie Sambora con el pesado de Jon Bon Jovi, pasando por Page Y Plant, Ozzy y Tony Iommi, Axl y Slash o Sebastian Bach y Snake Sabo, por poner unos ejemplos. Los toxic twins, como se ha denominado siempre a los dos miembros más representativos de Aerosmith, Steven Tyler y Joe Perry, no iban a ser menos; a lo largo de los años han acumulado excesos, broncas, separaciones, uniones y periodos en los que parecían un matrimonio bien avenido. Ahora la banda de Boston decide separarse (a ver si va en serio o es la típica disolución precedente a un regreso estelar en un par de años) y Tyler y Perry ya se han posicionado a la hora de iniciar una carrera en solitario, Steven ha horrorizado al mundo tirando por el country pop al estilo Taylor Swift que tanto gusta en los talent shows americanos en los que hace de jurado y Joe se ha lanzado al ruedo discográfico con este Sweetzerland manifesto del que voy a transmitiros mi opinión.

Joe Perry ha optado por no separarse demasiado de su contribución al grupo de las alas, lo cual tiene dos inconvenientes; por una parte, repite ciertos detalles (el truco de un inicio de aires selváticos, aquí titulado «Rumble in the jungle», ya se hizo en Get a grip con mejor tino), por otra, la sombra de Tyler se cierne sobre el disco como la ausencia en la silla vacía de una comida familiar.
Si bien Perry acierta al componer las canciones en la clave hard blues rock que poseían los temas de mayor aportación suya en el combo aéreo, se equivoca gravemente al no atreverse a cantar él (salvo en «Eve of destruction»), sobre todo cuando en Aerosmith sí lo hacía, utilizar a Terry Reid en «I'll do happiness», «Sick & tired» y «Won't let me go», canciones perfectamente válidas para el tono sobrio y grave de Perry, es absolutamente superfluo y una posible muestra de inseguridad, pero lo peor viene cuando ves y escuchas que en canciones que tienen un poco más de groove se le unen el vocalista de Cheap Trick, Robin Zander, en la marchosa «Aye, aye, aye», o el frontman de los New York Dolls, David Johansen, en «I wanna roll», «Haberdasher blues» y «I'm going crazy». Estas colaboraciones no hacen sino acrecentar la sensación de orfandad y pensar que, si Aerosmith no se estuviera separando, alguno de estos temas se incluiría en su próximo disco.

Pese a todo, que la primera incursión de Perry en solitario haya resultado de la manera que he descrito anteriormente es hasta normal, los inicios tras años de escribir y tocar junto a otra gente, y pasar de que tu carrera en solitario fuera un mero entretenimiento a que se convierta en tu actividad principal no deben ser circunstancias fáciles de digerir al principio. Por eso, es mejor fijarse en que las canciones son buenos temas y que Joe Perry sigue en forma con una guitarra en las manos, lo demás vendrá por añadidura.

Joe Perry - Switzerland manifesto (Deezer)

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