Te pasa a veces, es sábado, en la TV no echan nada, no te apetece plantarte delante del PC, todo el mundo está ocupado y no sabes qué hacer.
Esto me trajo recuerdos de años pretéritos cuando durante mucho tiempo empleé las tardes del sábado en recorrer las tiendas de discos de Gijón. Empecé tomando esa costumbre un sábado de hace muchísimos años buscando un disco para regalarle a mi primo, concretamente el "Pump" de Aerosmith. A partir de ahí tomé la costumbre de hacer esa ruta prácticamente todos los sábados, preferiblemente en esas tardes invernales preñadas de melancolía en las que la noche se presenta sobre las seis. Aunque a lo largo de los años que tomé ese uso en ocasiones he tenido diferentes compañías, lo cierto es que la mayoría de ocasiones iba solo. La mayoría de las veces no compraba nada por razones económicas, solo miraba y buscaba discos que añadir a la imaginaria colección que poseería cuando tuviese dinero, pero nunca olvidaré el primer disco que me compré en aquella singladura. Adquirí el vinilo "Girls, Girls, Girls" de Mötley Crüe por 450 pts. en la tienda Memphis de la Calle Covadonga, que se había convertido en una especie de Outlet pues la tienda principal se había trasladado a Begoña. Esa costumbre se convirtió en parte imprescindible de mi vida y son innumerables las emociones y los buenos momentos que he pasado con en un recorrido que se iniciaba en Memphis, Begoña, pasaba por Discoteca, continuaba en Gramola, en la calle San Bernardo, después paso obligado por Paradiso, donde conjugaba el acecho de discos y libros, jalonados por otras pequeñas tiendas cuya duración fue escasa.
Haber descubierto el "Earth vs. The Wildhearts! de Wildhearts, el "Bitter, Sweet & Twisted" de the Quireboys, Carter USM, Tesla, "Retroactive" de Def Leppard. Conseguir el "Tunnel Of Love" de Bruce Springsteen , la ilusión de hacerme con el "Main Offender" del irrepetible Keith Richards o el "Vooodoo Lounge" de los Stones. Conseguir mi primera camiseta de Ramones. Sentarme en un banco de Begoña a fumar un cigarrillo mientras observaba embelesado mi última adquisición, apagar el pitillo y acelerar el paso para llegar a casa lo más rápido posible y escuchar inmediatamente el disco. Vivir.
Total, que ese sábado recordé aquella estupenda costumbre y una desazón enorme se apoderó de mí.
"No puedes hacerlo" pensé "Ya no quedan tiendas de discos".
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