viernes, 9 de noviembre de 2018

ALL THINGS MUST PASS


Comencé esta aventura hace más de cuatro años para narrar lo mucho que me había gustado un concierto de mis adorados Burning, después decidí pasar regularmente por esta ventana para mostrar mis inquietudes, mayormente musicales (aunque también hubo espacio para otras cosas). Ahora se avecina una época de grandes cambios en mi vida y, pese a ser cambios para bien, veo que en esta nueva singladura no habrá sitio para Nicotina Eléctrica, es más, quizá estas alteraciones hagan a este blog perder su sentido, por ello, cuando termine este post, no volveré a escribir en él. No pienso borrarlo tampoco, fue algo importante para mí y, quien sabe, quizá pueda resultar útil a alguien si un buscador le trae hasta aquí en busca de algún tema que yo haya tocado.

He de decir que cuando inicié este periplo sólo pensé en hacer algo que me gustara a mí, de poder escribir sobre aquello que me emocionaba y casi siempre sobre cosas que me gustaban, más que nada porque no me he encontrado demasiado a gusto cuando he escrito sobre algo que no me agradara, creo que eso está bien y, modesta y personalmente, yo estoy contento con el resultado porque Nicotina Eléctrica ha cumplido el fin individualista para el que fue creado, si alguien más ha conocido algo que le gustara o simplemente ha pasado un buen rato leyéndolo, miel sobre hojuelas.

Esto se acaba, es hora de dejar a este espacio arrastrarse hacia esa vorágine que son las páginas no actualizadas y decirle adiós como al último trago de cerveza, la última calada del cigarro, el último beso del amor, como a Ruby Tuesday...





jueves, 1 de noviembre de 2018

QUE EL TIEMPO NO TE CAMBIE



Esta es una entrada especial y, por ello, voy a hablar de uno de mis discos favoritos y mi relación con él.

Corría el año 1993, primeros de octubre, la vuelta al instituto, y un compañero y amigo aparece con una camiseta en la que se ven dos cabezas negras de pájaro con pinta de hippies y cara de haberse fumado una plantación de marihuana entera . La conversación fue más o menos así:
-Hostia, ¿qué haces con una camiseta de Las urracas parlanchinas colocadas? (Nota para los más jóvenes: Las urracas parlanchinas, Checho y Chucho, eran dos pájaros de dibujos animados medianamente famosos en los ochenta cuyas aventuras iban entre capítulos de Súper Ratón, estrella de aquel show).
-¿No conoces a los Black Crowes?
-He leído sobre ellos en alguna revista, pero no recuerdo haberlos escuchado, ¿están bien?
-¿Bien? Están de puta madre. Me pillé en cinta el primer disco (en aquel momento ya había salido su segundo LP, The southern harmony & musical companion) en Galicia y me he tirado todo el verano escuchándola. Además a ti te molarán, se les nota la influencia de los Stones.
-Ah, guay, pues a ver si me la pasas o me la grabas.
-Hacemos una cosa, esta tarde te pasas por mi casa, merendamos, la escuchamos y la grabas.
Unas horas después, en el gijonés barrio de El Coto, me presenté en casa de mi compadre acompañado de unos donuts, dos latas de Coca-Cola  y una TDK de 90. Pusimos aquel Shake your money maker en el reproductor y el riff de «Twice as hard» fue como un directo a la mandíbula que vino seguido de un gancho que casi me manda a la  imaginaria lona, la aguda y desgarrada voz de Chris Robinson. Ahí empezaba un viaje alucinante que me llevaría por la urgencia de «Jealous again», el blues con aires gospel de «Sister luck», por «Could I've been so blind», puede que mi favorita, por el lirismo de«Seeing things», por el groove contagioso de «Hard to handle» - en una época en la que la única canción de Otis Redding que conocía era «Sitting on the dock of the bay»-, los aires honky tonk de «Thick n' thin», el comentario de que «She talks to angels» podría servir para tirarle los trastos a alguna chavalita, por el duelo de guitarras en «Struttin' blues» y la final y rocanrolera «Stare it cold», posteriormente saldría en CD una edición con un bonus track, «Don't wake me up», pero eso no viene al caso. No conseguía reponerme a aquella amalgama de rock setentero, Stones, Faces, Skynyrd, Allman Brothers, Zeppelin... así que tuve que grabar aquella maravilla (en la otra cara grabé Pornograffiti II de Extreme, bastante peor) y reproducirlo en mi casa y en el walkman durante días, y días, y días...

...y días que se convirtieron en años; vi a los Black Crowes telonear a los Stones en El Molinón, aquella cinta acabó como solían acabar la mayoría, engullida por un herrumboso walkman al que el tiempo había convertido en una máquina patosa e infesta, la vida me fue alejando de aquel amigo hasta que llegó un momento en el que no supe nunca nada más de él, crecí, me volví mayor y más sabio, aunque tampoco mucho, y un día, en un mercadillo, me compré Shake your money maker de segunda mano y descubrí una cosa: Por mucho tiempo que pase y mucho que cambien las cosas, la sensación de escuchar esa entrada de guitarra y voz en «Twice as hard» permanecerá inalterable cada vez que la escuche.

The Black Crowes - Shake your money maker (Deezer)

viernes, 26 de octubre de 2018

THERE'S A SPACEMAN WAITING IN THE SKY



Ace Frehley siempre ha sido mi miembro de Kiss favorito, en parte porque el look de Spaceman siempre me ha parecido el más molón, pero también porque, cuando la banda del beso decidió lanzar cuatro discos en solitario de cada uno de sus miembros, Ace hizo el que en mi opinión es el mejor del cuarteto. El caso es que ni los Kiss desmaquillados de los ochenta ni los actuales, con ese Tommy Thayer usurpando el papel de hombre del espacio, acaban de convencerme, por el contrario, Ace ha sabido construirse un cuño en su carrera en solitario (mucho más discreta que la de su exgrupo) al que añade una nueva entrega con Spaceman, un disco lanzado recientemente.

El nuevo trabajo de Frehley, como los anteriores, es un fiel reflejo de su manera de concebir el rock, tiene mucho de autobiografía y otro tanto de declaración de intenciones; «Bronx boy»,  «Rockin' with the boys» y «Pursuit of rock & roll» hablan de la juventud, del viejo barrio y de los grupos que te influyen a la hora de dedicarte a la música. Por contra, «Mission to mars» y «I wanna go back» son reivindicaciones del imaginario del propio Ace y de Jendell, el lugar de procedencia de nuestro extraterrestre. Además, cabe destacar la presencia de Gene Simmons -que en vez de colaborar en este disco debería darle la patada a Thayer convencer a Ace de volver a la banda- en «Without you I'm nothing» y «Your wish is my command», así como un instrumental, «Quantum flux», muy en la onda de este gran guitarrista. En resumen, que Spaceman nos muestra a un músico y autor en granestado de forma mientras otros se dedican a vender merchandising y hacer conciertos pastiche cabareteros.

Ace Frehley - Spaceman (Deezer)

miércoles, 17 de octubre de 2018

EL ARTE DE LA CONTINUIDAD



The Brew tienen muchas cosas que me gustan y una que admiro especialmente; a pesar de que mi disco favorito del trío británico sea A million dead stars, los Smith y su compañero Jason Barwick han sabido mantener y añadir matices a cada álbum de forma que su música siga sonando contundente, divertida y potente. Bueno, realmente esto ya lo manifesté aquí hace dos años y tres días cuando reseñé el anterior Shake the tree. Pues bien, ahora me pongo en contacto con vosotros como un hijo que llama a su madre tras visitarla para decirle que ha llegado a casa bien, os anuncio que siguen sonando fuertes y convincentes, a rock basado en los sesenta y setenta con su buena dosis de blues y algún toque psicodélico, que la producción sigue con la mejora que hace que el sonido se aproxime a los inconmensurables directos de la banda y que las canciones siguen estando muy bien. The Brew ya cumple con su parte, ahora cumplid vosotros con la vuestra.

The Brew - Art of persuasion (Deezer)

miércoles, 10 de octubre de 2018

TODO TARQUE



Cuando el cantante de una banda de éxito lanza un disco en solitario pueden pasar dos cosas; una es que saque un disco exactamente igual a lo que hace con su banda madre, esto no suele ser buena señal y apunta a un distanciamiento que seguramente acabará en separación; la otra situación es simplemente que el vocalista tenga una colección de canciones que no encajen con el repertorio del grupo y aproveche un hiato para grabarlas y defenderlas en directo, esto no tiene por qué ser nocivo para la formación.

El disco de Tarque, titulado con su propio apellido, podría (incluso me atrevo a decir que debería) haber sido el tercer disco de M Clan, podría ser una correctísima evolución de Un buen momento y Coliseum, pero rechinaría en el imaginario actual de Tarque y Ruipérez, sobre todo después de un disco como Delta. En Tarque nos encontramos, aparte de la prodigiosa voz del murciano, una colección de riffs y melodías contundentes en la onda de AC/DC, los ZZ Top más guitarreros, Led Zeppelin o Hendrix, todo ello de la mano de un Carlos Raya también muy lúcido en la producción (la verdad es que este disco y los de Zigarros me han congraciado con el ex Sangre Azul, al que había cogido cierta tirria por considerarlo un coñazo en directo en los shows de Fito y por la tendencia de llegar a las bandas y que, acto seguido, varios músicos se fueran). Así las cosas, asistimos a casi cuarenta minutos de rock en estado puro, una banda sonando potente, un cantante en estado de gracia y unas letras lascivas, juerguistas, a veces ligeramente nihilistas y más profundas en el caso de «Cactus en el corazón», canción que aborda el tema de los refugiados, el resto son todo nocturnidad, fiesta, rock & roll y la manera más desenfadada de superar el desamor. En resumen, cerca de cuarenta minutos de «Bailo», «Heartbreaker», «Juicio final», «El diablo me acompañará» y «Janis, Amy, Billie» (hermoso homenaje a estas tres damas de la canción a ritmo Creedence). Así es como se hacen las cosas.

Tarque - Tarque (Deezer)


viernes, 5 de octubre de 2018

ROCANROLES SON AMORES



La relación entre fútbol y rock siempre ha sido desigual, el número de rockeros futboleros sobrepasa en mucho al de futbolistas aficionados a la música orientada a las guitarras; había casos como los de José Luis Morales, el comandante, la estrella del Levante y fan acérrimo de Marea, o Manolito Alfaro, aquel menudo delantero del Hércules que celebraba sus goles mostrando camisetas de AC/DC o Barricada, entre otros. Luego teníamos algunos más cool como el espanyolista Granero, oyente de Quique González, o Gaizka Mendieta, que ahora se lo hace de DJ de rock, fan acérrimo de Velvet Underground y Smiths e inmortalizado en la canción «Un buen día» de Los Planetas. El caso es que, salvo estas y otras excepciones, el futbolista en lo que a música se refiere es igual que para la moda, los tatuajes o cualquier cosa que se os ocurra, esto es, son absolutamente permeables a las modas y a los productos fáciles de asumir.

Existe un país donde los futbolistas amantes del rocanrol sí se cuentan en buen número, esa nación es, por supuesto, Argentina; aunque entre los peloteros albicelestes haya muchos admiradores de la cumbia, es absolutamente normal encontrarte a deportistas que llevan remeras, tatuajes y cualquier tipo de símbolo relacionado con los Rolling Stones (sobre todo), AC/DC, Ramones y grupos locales como La Renga, La 25, Ratones Paranoicos, Viejas Locas, Pappo, Los Guarros o Guasones. Hubo incluso un futbolista que fue aún más allá, Germán el mono Burgos incluso montó una banda en la que se autoadjudicó el papel de frontman y lanzó varios discos que daban rienda suelta a su pasión por el rock, llegando a colaborar con gente como Carlos Tarque y Javier Vargas.

Al actual segundo entrenador del Atlético de Madrid le ha salido competencia en la figura de Daniel Osvaldo, insigne delantero nacido en Lanús que ha marcado goles para Huracán, Fiorentina, Espanyol, Juventus, Roma, Inter, Southampton, Oporto y Boca Juniors, entre otros, y fue internacional italiano -tema de antepasados-. Daniel colgó los borceguíes hace un par de años y formó un grupo al que llamó Barrio Viejo (título de una canción de La 25) y con la que anda de garito en garito de lo que queda de la Barcelona más underground con parada en su país natal para desgranar su música en clubes varios. Barrio Viejo lanzó en 2017 un disco de debut titulado Liberación (en relación al peso que Osvaldo se quitó de encima al poder practicar aficiones mal vistas en el mundo del deporte como fumar, beber, trasnochar...) y no se queda en un simple ejercicio de rolinga, en este álbum hay rocanrol, pero también blues y rythm n' blues (incluso una versión de «Walking the dog» de Rufus Thomas) rodeados de un halo canalla con un Osvaldo que parece estar más contento con este LP que con ninguno de los goles marcados en su carrera y haber abrazado eso de «A la redención por el rocanrol».


Barrio Viejo - Liberación (Deezer)

viernes, 28 de septiembre de 2018

ELLOS, A LO SUYO



A: Mola esta canción de Danko Jones.
B: La misma canción que los últimos cinco discos.
A: No ye la mejor que tien, pero lo de la misma canción se podría decir de la mayoría de los grupos.
C: Danko Jones ye como Mötorhead o AC/DC, tienen que ir a piñón fijo, pa' evolucionar ya están Radiohead y esas mierdas.
A: Bastante de acuerdo, pero eso no quiere decir que sean malos.
C: No, simplemente es su rollo. Sería como reprochar a John Wayne que no hiciera comedias románticas.
(Transcripción de una conversación de Whatsapp entre tres tipos cuyas identidades permanecerán en el anonimato)

Existen un montón de bandas en el mundo que están afiliadas a la idiosincrasia que se describe en el texto de arriba, y una de esas formaciones es Supersuckers. El combo liderado por Eddie Spaghetti lleva décadas practicando un rock de componente punk, sucio, tabernario, de riffs abrasivos y ritmos acelerados (salvo por la intrusión de algún escarceo country). Suck it, la nueva entrega de los de Arizona, no difiere mucho de esa máxima, aunque quizá la influencia de Mötorhead se haga más patente en la gran mayoría de cortes de este disco, canciones como «All of the time», «Breakin' my balls» o «The worst thing ever» podrían haber aparecido perfectamente en Aftershock o Bad magic; también hay espacio para temas de factura más clásica como «Dead inside» y «Private parking lot»; para una pieza contry, «Cold wet wind» y para un corrosivo cover del «Beer drinkers & hell raisers» de los ZZ Top, que cierra un LP que, pese a no presentar novedades destacables, mantiene en plena vigencia aquella frase de Lemmy: «Si no te gustan los Supersuckers, no te gusta el rock & roll»

Supersuckers - Suck it (Deezer)






viernes, 21 de septiembre de 2018

LA SENDA DEL PERDEDOR



Dicen que dos cosas que suelen marcar a las personas son su lugar de procedencia y la gente con la que se juntan. En el caso de Matty James Cassidy, ambas premisas son ciertas; por una parte, en sus discos se adivina esa frialdad y tristeza ruda y un tanto sórdida que emana de Irlanda del Norte. Por otra, nuestro protagonista de hoy actualmente ocupa el puesto de bajista en la nueva formación de Dogs D'amour y el líder de la banda, el ínclito y entrañable Tyla J. Pallas, colabora cantando a dúo el tema que da título a este debut de Casssidy en solitario (anteriormente había grabado con su banda Philty Angels). Partiendo de ahí no es muy difícil entender la obra de este rockero, romántico a la par que estiloso.

Last one to die vio la luz en 2014 y en él hay mucho de rock y folk puramente tabernario y de la poética nihilista y derrotada que ha exhibido su mentor; las canciones, ya sean más furiosas y eléctricas, como «Up in smoke», «Same old me (brand new you)» o «Better days», o acústicas y relajadas, como «Don't turn your light out on me», «Never learn», «Another night» o «This one's for», constituyen un compendio de reflexiones sobre la condición del perdedor, sobre las mentiras, los sueños rotos, el abandono, personajes cuya única esperanza asoma al abrir la puerta de un bar o sobre ese resquemor interno que picotea en tu interior como un polluelo hambriento que sólo se calma al sentir la quemazón del alcohol bajando por el esófago cual lava abandonando un volcán.

Decía Víctor Hugo que «La melancolía es la felicidad de estar triste», dos siglos después, y de una forma más canalla, Matty James le da la razón.

Matty James - Last One To Die (Deezer)


jueves, 30 de agosto de 2018

OUTSIDER



Tenía ganas de que en Gijón hubiera un concierto apetecible más allá de las propuestas mainstream de los diferentes eventos veraniegos y de un Tsunami al que no pude asistir. Hoy, en la sala Memphis, asistiremos al recital de uno de esos tipos que llevan años pateándose la carretera para mostrar al público sus canciones, que son reflejo de su pequeña parte del mundo.

Si uno mira de forma somera la biografía de Jesse Dayton, quizá lo que más le llame la atención sean sus colaboraciones en discos de Johnny Cash, Willie Nelson o Waylon Jennings y su aportación musical en películas de Rob Zombie, pero eso son sólo detalles en una dilatada y muy interesante carrera que se cierra, hasta el momento, con un maravilloso álbum lanzado este año y titulado The outsider; en él, Dayton repite su fórmula de country y rock & roll a partes iguales con canciones quizá más rotundas y contundentes que en el anterior «The revealer», con la voz de Jesse sonando más grave y la música con un sonido más grueso, como se demuestra en «May have to do it (don't have to like it)», «Jailhouse religion», «Hurtin' behind the pine curtain», «Tried to quit (but I just quit tryin')» y en general durante la media hora que dura este compendio de historias costumbristas sobre perdedores, rufianes, fereligiosa y el bestiario habitual de la Texas natal de Dayton, que hoy se mostrará ante los ojos de los que vayamos a verle en directo.

Jesse Dayton - The outsider (Deezer)

viernes, 17 de agosto de 2018

EL LEGADO



Aretha Franklin murió ayer tras una larga batalla con el cáncer. No hace falta ser un fan irredento de la dama de Memphis para darse cuenta de que es una de las grandes pérdidas de la historia de la música, aunque servidor no ha buceado exhaustivamente en el soul más allá de los ínclitos Sam Cooke, Otis Redding, Aretha, Ray Charles, al Green, Marvin Gaye, etc., sí hay un hecho diferencial que sirve para diferenciar a los verdaderamente grandes, el legado que dejan.

Ya hablé de Nikki Hill anteriormente con motivo de la aparición de su segundo disco, Heavy hearts, hard fists y hoy me parece una ocasión pintiparada para volver a mencionar a la cantante de Saint Louis, heredera directa de Aretha, Etta James, Rosetta Tharpe, Big Mama Thornton, Tina Turner y, por qué no decirlo, Little Richard. Además, su debut en larga duración, Here's Nikki Hill, es mucho más proclive al rythm n' blues, el soul y el rock & roll más primigenio. En temas como «I've got a man», «Gotta find my baby», «Strapped to the beat» o «Who were you thinking of?» (puro motown) se adivina un profundo conocimiento de la obra y las maneras de todas estas grandes intérpretes y, para cerrar, una joya llamada «Hymn for hard luck» que podría haber sido escrita perfectamente para que la interpretase Aretha. Sólo nos queda esperar que, dentro de muchos años, cuando Nikki sea mayor, nos quede su maravillosa obra y artistas a las que podamos reconocer como deudoras de ella.



viernes, 20 de julio de 2018

FRESQUÍSIMO



El verano es una época de relajo en la cual se suele optar por la ligereza; comemos más ligero, vamos vestidos más ligeros y en cuanto al entretenimiento también se suele optar por fomentar el entretenimiento por encima de la profundidad, ya sea en el cine, donde los estrenos suelen estar más relacionados con animación, superhéroes y argumentos nada enrevesados, o en la lectura, donde predomina la novela (y preferiblemente la que ofrece emociones fáciles) sobre otros estilos. En la música siempre se ha tildado de «canción del verano» a composiciones de las que se destacaba su frescura y capacidad para arrastrar a los oyentes a las pistas de baile de discotecas, chiringuitos, etc. Como ese tipo de música no es del agrado de quien esto suscribe y como con el verano el ritmo de publicaciones en este espacio se vuelve mucho más laxo, voy a dejar aquí una sugerencia para escuchar en este periodo estival.

Imagine your reality es la última entrega del prolífico Ryan Roxie, guitarrista de Alice Cooper, componente de bandas como Candy, Electric Angels o Casablanca y secuaz de Slash o su colega Gilby Clarke, así como líder de varios proyectos en solitario. Este disco es lo que esperaríamos de cualquier guitarrista reputado de rock, canciones guitarreras sin demasiadas complicaciones (aunque en un par de ellas los solos son demasiado largos para mi gusto), una canción estrella, en este caso «California man», un rocanrol salvaje con la colaboración del Cheap trick Robin Zander, y mucho hard rock californiano del que Roxie ha mamado y tocado toda su vida, a veces más clásico, como en «Over and done», y otras con tintes de Velvet Revolver («Nevermind me»), pero en todo caso un disco muy recomendable para escuchar mientras el sol impacta en los cristales de tus gafas, te refrescas con una cervecita bien fría y te fumas un pitillo para relajarte. Seguramente esa sea la realidad que este LP invita a imaginar.

Ryan Roxie - California man

jueves, 28 de junio de 2018

NO TE MUERAS NUNCA, FANTASTIC NEGRITO



Hay cosas que para saberlas no basta con haberlas aprendido (Séneca)



Valoro mucho a gente como Jack White, Black Keys y Kaleo, entre otros, son grandes estudiosos de las músicas del siglo pasado y no son nada malos a la hora de plasmar esa educación en sus propias composiciones, sin embargo, no dejan de ser chicos blancos que se han acercado a las raíces de algo que jamás podrán considerar propio al 100% porque ni ellos ni sus antepasados han pasado por las penurias de las que hablan los artistas en cuya obra se han sumergido. Por otro lado, tenemos a gente como Curtis Harding o el autor de nuestro disco de hoy, que resultan mucho más convincentes porque ellos y sus entornos sí han vivido las vicisitudes que narran su música; buena muestra de ello es este trallazo titulado Please, don't be dead.

Fantastic Negrito es lo que el cine americano ha conceptuado como buscavidas, este personaje a punto de entrar en la cincuentena, nativo de Massachusets y criado en la salvaje Oakland, ha conocido en primera persona el mundo de las bandas y el trapicheo de estupefacientes, la violencia de las armas de fuego, el racismo y brutalidad de la policía, el tener que huir a otra ciudad asediado por sus negocios turbios y convertirse en un mayorista de marihuana, el iniciar una carrera bajo el desafortunado apelativo de X Factor y estar a punto de morir por culpa de un conductor borracho (ese incidente provocó la foto que ilustra el disco). Este cocktail de experiencias, unido a la pericia compositiva de este hijo de inmigrante somalí, realmente llamado Xavier Dphrepaulezz, han dado origen a una buena cantidad de buenas canciones de un sonido que el define como black roots y que no es sino una amalgama perfectamente sincronizada de blues contundente, «Bad guy necessity»; funk, «Bullshit anthem»; una melancólica balada titulada «Dark windows», dedicada a Chris Cornell al que teloneó en la gira de su disco anterior; rock, «Plastic hamburguers»; esta mezcolanza en la que también se incluyen gospel, soul y más elementos de la tradición de la música negra.

El único óbice que veo en Fantastic Negrito es que creo que, supongo que involuntariamente, se ha convertido en un hype, hace un estilo de música que siempre ha sido bien acogido por esa parte de público mainstream que ejercen de cazadores de tendencias para luego dejar de prestar atención a artistas a los que encumbraron previamente. Quizá ahí esté el enésimo desafío en la historia de Fantastic Negrito, seguir dando lo mejor de sí mismo cuando los fans veletas le abandonen como su equipo de baloncesto, los Golden State Warriors, abandonarán su amado Oakland.

Fantastic Negrito - Please, don't be dead



jueves, 21 de junio de 2018

EN PERFECTO ESTADO DE REVISTA



El pasado viernes, 15 de junio, se lanzaron varios discos y en su gran mayoría interesantes, asistimos a lo nuevo de gente como Wilko Johnsosn y Johnny Marr, entre otros, pero para mí lo más interesante ha sido el retorno discográfico del gran Buddy Guy. El bluesman de Louisiana ha regresado con un disco del que lo mejor que se puede decir es que continúa la costumbre de Guy de continuar ese estilo tan reconocible que es el blues de Chicago que este octogenario aprendió junto a mitos del género como Muddy Waters, Otis Rush o Little Walter; además para este disco cuenta con la ayuda de grandes admiradores y aplicados alumnos como la etílica «Cognac» en la que se suman los hachas de Keith Richards y Jeff Beck, la voz de Mick Jagger en «You did the crime» y el británico James Bay, con el que forma un dueto en «Blue no more», y todos estos ingredientes juntos dan como resultado el que uno pueda reivindicar sin rubor alguno el título de este disco, The blues is alive and well.

viernes, 8 de junio de 2018

EL ROCK & ROLL DEL HOMBRE LOBO



Gene The Werewolf son un quinteto de Pittsburgh que llevan dándole al rock & roll desde 2008. Practican un rock muy garrulo y a la par muy divertido contando con AC/DC, Rolling Stones, Alice Cooper, ZZ Top, Kiss o Guns N' Roses que los hermana con bandas como Rhino Bucket o Jackyl. En 2012 debutaron en el mercado discográfico con Rock & roll animal, un trallazo en toda regla que dio salida a toda la energía que desprendía el grupo en directo. Su segundo álbum llegó en 2016, este Loner que protagoniza la entrada de hoy y que continúa la senda de electricidad rotunda y contundencia salvaje de su antecesor con temas hechos para el desparrame y el frenesí como «Bogeyman», «Too kool for skool», «A world to rely on», «Fortune and fame» o «The best I can», canciones que vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados que vitoreáis cuando desfilan los soldados, deberíais escuchar hasta que vuestros tímpanos imploren piedad.

Gene The Werewolf - The loner (Deezer)

jueves, 31 de mayo de 2018

RETO, CHAMPÚ O GASOLINA




Reto Burrell es un vocalista y guitarrista destetado en la mejor tradición del rock americano. Su música te puede recordar por momentos a gente como John Cougar Mellencamp, Willie Nile, Springsteen, el Ryan Adams más rockero y, sobre todo, a Tom Petty; esto no debería resultar sorprendente en un chico procedente de Iowa, Manassas o Baton Rouge, pero el caso es que Reto es suizo, de Lucerna más concretamente. Este hecho tampoco debería resultar tan extraño, ya en una entrada anterior comenté que en Europa están proliferando las bandas con gusto por practicar rock de raíces y que hay quien lo hace realmente bien, pero la autenticidad que transmite Reto es digna de comentar, y, todo sea dicho de paso, con músicos y estudio de su país de origen, sin largarse a grabar a Nashville a que ejecutantes con el culo pelado te aporten matices country rock con su steel guitar, cosa que sí han hecho algunos artistas españoles con resultados por los que prefiero pasar de puntillas.

Burrell ha lanzado en este 2018 Shampoo or gasoline, su décimo disco, y el resultado, a mi modesto entender, es inmejorable, te encuentras temas temas crudos y guitarreros como el que da título al álbum, el single «On top of the moon», la springsteeniana «She says she's american», «Rising to the bait» o «Shout it out», acompañados de canciones con inspiración más country-folk y acústica (no por ello carentes de intensidad) tales como «Blind», «Where is Robin Hood?», «Tell me why?» o la emotiva «Leaving scars behind». En definitiva, un compendio de buena y contundente música de tradición estadounidense con historias de carretera, encuentros casuales, vacíos y ausencias que te hará pensar que Suiza no es todo paraíso fiscal con relojes, queso y chocolate. Al menos él.

Reto Burrell - Shampoo or gasoline (Deezer)

viernes, 25 de mayo de 2018

PERRO LADRANDO EN INGLÉS



La separación de Diamond Dogs me dolió mucho, lo reconozco, los suecos eran una de las bandas de mi vida, tengo todos sus CD's y los he visto en directo cada vez que han pasado por Gijón, y no han sido pocas. Lo cierto es que, una vez pasado el duelo, lo entendí todo mucho mejor, tras la muerte de Magic Gunnarsson la banda quedaba en manos de Sulo y, en menor medida, del teclista Henry Duke of honk Widen, los demás eran miembros perfectamente prescindibles como lo habían sido, no sin alguna objeción, sus antecesores, como el vocalista y su compañero andaban envueltos en otros proyectos, estaba claro que Diamond Dogs era un pasado al que no les apetecía aferrarse, y tal vez esa fuera la decisión más justa y sincera, pero, al menos a mí me pasa, se tiende a ser irracional con aquello que se ama y un mundo sin Diamond Dogs me parecía un mundo (aún más) de mierda.

Sulo continuó con su carrera en solitariuo y también unido a The Crunch!, un grupo con insignes componentes como Dave Tregunna, de Sham 69, o Terry Chimes, de The Clash, y que practicaba un rock con efluvios del punk del '77 y ciertos toques rocksteady, reggae y new wave. Yo creía que, si quedaba algo de la energía de los perros diamante, tendríamos que esperar a que Widen se decidiera a grabar algo, pero, para mi sorpresa y alborozo, estaba equivocado.

El año pasado Sulo lanzó un nuevo LP en solitario, Full english, en el que decía haber dado rienda suelta a sus principales influencias, que eran grupos británicos en su mayoría, y no le falta razón, la influencia de Faces, Stones, Mott the Hopple y los guiños glam a Bowie y T. Rex es notable y evidente, pero realmente este es un disco de Diamond Dogs, no es como los anteriores LP's en solitario de Sulo, con el de Katrineholm dando cancha a sus facetas más pop y folk y jugando a ser Rod Stewart. Aquí se pone toda la carne en el asador, canta con su voz etílica y libidinosa de los buenos tiempos entre grandes riffs y se pasea con absoluta categoría y soltura entre el  rock & roll, blues, boogie y country. El único mínimo pero que le podríamos poner es la falta de un saxofón en ciertos temas, pero es perfectamente comprensible, la sombra de Mats Gunnarsson sigue siendo muy alargada. Para colmo, el disco se compone de una parte de bonus tracks que incluyen dos temas con la colaboración de Billy Bremner (el guitarrista de Rock pile, no el difunto capitán del Leeds United), otro con Robert Wyatt y los  covers de «Roxette», de Dr. Feelgood y contando con Wilko Johnson, «Borstal breakout» de Sham 69 (con su amigo Tregunna al bajo), «Roses and rings», de The Quireboys, un emocionante, sensible y tabernario dueto con Spike, vocalista de los de Newcastle y «Teenage depression» de Eddie & The Hot Rods, en el que interviene Dave Higgins, guitarrista original de la banda.

Hoy no voy a destacar ninguna canción por encima de otra porque no puedo ser objetivo con este disco, me parece una jodida maravilla desde la primera a la última nota y me retrotrae a la época en la que aún existía una banda que fue mucho más que un grupo de rock para mí.

Sulo - Full english (Deezer)

viernes, 18 de mayo de 2018

PELIGRO TROPICAL



Hard rock...
Con estas dos palabras se podría sintetizar perfectamente Tropical hazard, el nuevo disco, cuarto ya, de este quinteto australiano firmemente enraizado en la influencia de AC/DC o Rose Tattoo y sonando mucho más frescos que The Answer o Airbourne. Guitarras abrasivas, unos coros potentes a la par que melódicos, sobre todo en los medios tiempos «Young modern lightning» y «Somebody's daughter», y canciones entusiastas, ideales para combinar con vuestro vicio favorito. Muy a destacar el single, «Nothin' but trouble», «Little Miss crazy» o el encore final de «Take back the town».
¡¡¡Abrazad el Lazyismo, infieles!!!

The lazys - Tropical hazard


jueves, 10 de mayo de 2018

LET'S GO



Sería muy sencillo destrozar este disco, sería fácil y, a primera vista, podría no parecer injusto. Se trataría sólo de estar todo el texto aludiendo al gran parecido, físico, vocal y musical, de la líder de este proyecto Gabi Bam Bam (apodada así por su pertenencia al combo punk de Arlington, The Bam Bams) con Joan Jett, a partir de ahí podría pasarme todo el rato aludiendo a la falta de originalidad del proyecto hasta que me quedara a gusto; pero ni debo ni quiero hacerlo, porque estaría dando una imagen sesgada y parcial de esta grabación.

Para empezar, cierto que la similitud con Joan Jett está ahí, también se aprecia cierta influencia de Suzi Quatro, ¿y qué? ¿Acaso Airbourne o Rhino Bucket no son sino clones modernizados de AC/DC? ¿Cuántas bandas prácticamente plagian a Ramones o Rolling Stones? ¿No es palpable la deuda de Diamond Dogs o Jetbone con The Faces? ¿Y todos esos songwriters americanos que no son sino intentos de Dylan y Springsteen? ¿Y las bandas de southern rock que no se despegan lo más mínimo de los cánones impuestos por Lynyrd Skynyrd o The Allman Brothers Band? ¿Son The Strokes, The Vines o The Hives prodigios de originalidad? Pues eso, juzgar a BBQT por la primera impresión que produce su líder sería sibilino porque Gabi no rinde tributo a sus principales influencias más que otros grupos y, de hecho, en Let's go también se percibe la presencia de bandas como T.Rex o Bay City Rollers, pero resultaría más fácil atribuir a una banda liderada por una chica influencias sólo de artistas femeninas, después de todo, es lo que se suele hacer en estos casos, el rock sigue siendo un espacio ampliamente liderado por hombres y para hombres, y así nos luce el pelo.
Existe una razón aún más importante para ponderar este LP en su justa medida es que está lleno de energía festiva y canciones que en una época más feliz que esta hubieran sonado en la radio y en los clubes nocturnos; temas como «Golden twenty», «Flatline luv», la instrumental «Tuff n' Up», «Jade & Jasper» o «Play rock & roll» son una delirante mezcla de guitarras, una sección rítmica muy movida y efectos como las palmas o el boot stomping, en definitiva, tremendo glam rock que nos demuestra que no se debe juzgar un disco por la portada.

BBQT- Let's go (Deezer)

viernes, 4 de mayo de 2018

LA RAMA MÁS FUERTE DEL ÁRBOL FAMILIAR



En este siglo XXI el rock sureño ha adquirido una relevancia inusitada. Ojo, me refiero al verdadero rock, no a esos pseudo indies barbudos con camisa vaquera que tocan cancioncillas pastosas con cierto deje country folk y que quedan muy bien en tiendas de estas que venden tarros para la bebida que pretenden imitar los frascos reciclados en los que se bebían los licores caseros en la América profunda (ays, el mundo supuestamente moderno). Hecha esta puntualización, he de decir que resulta sorprendente que un estilo tan enraizado en una determinada localización y con unos patrones tan particulares se haya globalizado tanto y tengamos a bandas italianas, francesas, españolas o suizas practicando esta vertiente rockera con un nivel de autenticidad y calidad muy alto. Pese a esto, yo creo que la mejor banda actual encuadrada en esta corriente es Black Stone Cherry, y su último disco así me lo confirma.

Los oriundos de Kentucky no han hecho nada rupturista en su nueva grabación, la receta es la misma de siempre y la misma que utilizan otros combos semejantes, pero los cócteles saben mejor si los agitan ellos, de ahí el nivel de temas como «Bad habit», «Burnin'» (el disco arranca con contundencia), la espiritual y melancólica «My last breathe», «Dancin' in the rain», que cuenta con la guitarra y la voz del gran Warren Haynes, el animado homenaje de «James Brown», «You got the blues» o «Get me over you», que conforman un disco más que bueno, una mezcla de hard, southern y blues estupenda para escuchar en días en los que luce el sol y la promesa de una noche de alcohol y risas con los amigos dibuja una sonrisa en tu cara.

Black Stone Cherry - Family tree (Deezer)

martes, 1 de mayo de 2018

THE LOCKHEARTS



Aquí tenemos a cuatro gamberros provenientes de Nueva Gales del Sur, Australia, que acaban de publicar un larga duración llamado Americana doom fuzz, expresión que también usan para definir su sonido, lo cual no deja de ser una boutade. Lo de Americana se podría aceptar, aunque más bien lo que hacen es un southern rock con toques de blues, lo de Doom se referirá a ciertos pasajes que pueden sonar más oscuros, pero son pocos y no pasan de recordar a los Black Sabbath primigenios, y lo del fuzz lo mismo, su presencia es testimonial. Lo que sí hay que destacar son sus canciones, temas profundos como la inicial «Leatherface», el medio tiempo típicamente yanqui «Little Eden», el country acústico de «London Bound» (semiacústico en el caso de «If I was tour man»), el hard crudo y de raíces de «Call for help», «Goddam pretty» y «Ride home», mi favorita, temas más cercanos al nuevo Nashville sound, ampuloso y con sensibilidad pop de «The ocean» y «Polaroids», cercanas a bandas como The Glorious Sons o The Wild Feathers y el final lento y bluesero de «Spectre at The Feast» con el encore marchoso de «Xanax». En definitiva, que es muy posible que el álbum de sonidos norteamericanos del año lo hayan hecho unos tipos australianos. Para que hablen de globalización.

The Lockhearts - Americana doom fuzz




viernes, 27 de abril de 2018

COME OUT AND PLAY



Hola, agente Hunt. Esta es su misión si decide aceptarla...

Jetbone han vuelto, se trata de una banda sueca de rock & roll de la que habrá oído hablar en misiones anteriores. Su tercer LP, Come out and play, sigue la estela de su anterior y espectacular Magical ride, pero añadiendo matices que reflejan la lógica evolución de sus componentes como músicos, por ejemplo, el tema que abre el álbum y además le da título tiene cierto poso funk, aunque no hace perder la solidez rockera de la música de Jetbone. La influencia de Rolling Stones, Faces, Humble Pie, Led Zeppelin y su compatriotas Diamond Dogs sigue siendo palpable en Temas como «Are you ready?», «Chickadee», «Don't hold me back» o «Lady». En definitiva, un maravilloso disco de puro rock del de toda la vida.

Jetbone - Come out and play

Su misión consiste en oír este disco, disfrutarlo y pasarse por uno de los conciertos de la gira española, iniciada ayer, si le cae cerca.
Este mensaje se autodestruirá en...

martes, 24 de abril de 2018

LONGSHOT IS FOR LOVERS



Billy Joe Armstrong es un tipo inquieto, de eso no hay duda; el líder de Green Day ha participado, ya fuera en periodos de hiato de la banda o en paralelo a su actividad, en varios proyectos musicales, aparte de hacer sus pinitos como actor, una faceta bastante menos afortunada que la de cantante y guitarrista. Pues bien, tras el new wave y after punk de The Network, el garage sesentero de Foxboro Hot Tubs y el punk de estilo más hardcore de Pinhead Gunpowder, ahora ha formado una nueva banda llamada Longshot, de un estilo mucho más divertido y melódico, que se estrena con un LP llamado Love is for losers. Acompañado por Kevin Preston, un inevitable en los proyectos de Billie Joe desde que su banda, unos antaño geniales Prima Donna que este año han sacado un LP que deja mucho que desear, teloneó a Green Day hace ya unos años; el batería, también de Prima Donna, David S. Field a las baquetas y Jeff Matika (guitarrista de apoyo en directo de GD) al bajo, Armstrong ha compuesto una serie de canciones que evocan claramente la luminosidad y el calor de California y nos transmiten ecos de Social Distorion, The Runaways o los propios Green Day en su versión más primigenia y desenfadada (hoy olvidada, por desgracia), aparte de tener reminiscencias de Beach Boys o incluso Petula Clark (el estribillo del tema que da título al álbum recuerda horrores a «Downtown»).

En definitiva, Love is for losers es una escucha ligera, agradable y divertida de poco más de treinta y dos minutos que entretiene con buenas canciones como «Taxi driver», «Cult hero» o «Soul surrender», quizá el lunar del disco sea que, al igual que en sus anteriores bandas, la voz de Billie Joe remite a Green Day, pero eso es algo absolutamente inevitable que se debe superar para disfrutar del buen hacer de The Longshot.

The Longshot- Love is for losers

jueves, 19 de abril de 2018

LOS MANIC HAN VUELTO... ABANDONEN TODA RESISTENCIA



El primer y destacadísimo disco de Manic Street Preachers, Generation terrorists, data de 1992, sería estúpido pedir a la banda galesa un disco con esa energía contestataria y nihilista captada de poesía punk, más que nada porque la banda que lidera James Dean Bradfield ha ido evolucionando con el tiempo y, aunque posiblemente haya más razones ahora que entonces para realizar un disco tan revolucionario como Generation, los paisanos de Ryan Giggs han desistido de lanzar mensajes políticos y rebeldes para centrar sus discos en aspectos mucho más humanistas; la juventud y el fin de esta, nostalgia, desamor o desarraigo, por poner algún ejemplo, han tomado las letras y los diferentes aspectos visuales de sus últimos discos. En su última y reciente obra, Resistance is futile, la banda dice abordar «la memoria y la pérdida, la historia olvidada, la realidad confusa y el arte como refugio». Es decir, siguen contemplando y plasmando aspectos del mundo que les rodea, pero más como observadores que como abanderados de causa alguna.

Musicalmente hablando, el grupo afirma que este álbum es obsesivamente melódico, aspecto claramente audible en temas como «Vivian», «Dylan & Caitlin» (con la colaboración de su compatriota The Anchoress, cantante indie), «In eternity» o «The left behind»,esto no excluye que canciones como «People give in», «International blue», «Liverpool revisited» o «Sequel of forgotten wars» sean canciones de cuño Manic de toda la vida y el disco no difiera demasiado de sus antecesores, quizá la gran disimilitud pueda ser una producción más limpia y cuidada a cargo de David Eringa.

Hay opiniones de todos los gustos sobre los Manic Street Preachers del siglo XXI, pero existe una corriente muy extendida que esgrime argumentos tales como que la banda intenta ahora llegar a un público más amplio, que han pasado de ser The Clash a ser U2 (esta me parece especialmente cruel), que si lo de la canción de la selección de Gales para la Eurocopa fue demasiado, que si el mensaje de sus canciones se ha domesticado... Todas esas opiniones tienen algo de razón, pero hay un detalle importante que se omite, estamos en 2018, hace veintiséis años que los Manic saltaron a la palestra, en este tiempo han tenido tiempo de casarse, tener hijos, recorrer el mundo varias veces, procesar la perdida de Richey Edwards (un antes y un después en la historia del grupo), aparte hay que sumar que la sociedad que les envuelve también ha cambiado mucho y eso es una cosa natural, los Manic de los años noventa no volverán y los que los hemos seguido desde entonces, lo aceptemos o no, no volveremos a tener quince o veinte años. Por mi parte, cada vez que lancen un disco haré lo que hago siempre, escucharlo con muchísima atención y ser consciente de que resistirse a aceptar el paso del tiempo y sus consecuencias es fútil.

Manic Street Preachers - Resistance is futile (Deezer)

viernes, 13 de abril de 2018

INSTINTO BÁSICO



La invité a sentarse. Llevaba una de esas cazadoras de las que tienen forma de chaqueta de motero pero son de un color mostaza terrible y que tanto habían dado que hablar en redes sociales hacía unos años. Mientras fumaba un cigarrillo de liar repleto de un tabaco cuyo envoltorio venía en unos tonos ocres verdosos y amarronados, como si por intentar reproducir una imagen de naturaleza no fuera a comerse sus pulmones, cruzó las piernas, muy lentamente, y advertí que... llevaba unos pantalones ceñidos (skinny creo que los llaman) que dejaban entrever que sus gemelos estaban pagando el precio de horas de sesiones de gimnasio mal planificadas; también me di cuenta de que esos vaqueros dejaban sus tobillos al aire y ella no llevaba calcetines pese a que en la calle hacía un frío de cojones. Sin duda me encontraba ante una mujer fatal... fatalmente vestida.
La animé a que me contara qué la había llevado a pretender contratar mis servicios. Apagó su cigarro mientras expulsaba el último hálito nicotinizado por un lateral de su boca, provocando una expresión que le hacía parecer Popeye, el marino.
La historia no era nada original, ella había vuelto de su trabajo como community manager (¿?) y su novio no estaba en casa pese a que ese día salía antes del trabajo, faltaba dinero y parte de su ropa, no había dejado ninguna nota, no respondía al móvil y nadie sabía de él; una vecina fisgona lo había visto abandonar el portal tranquilamente con su mochila al hombro y el dueño del colmado de la esquina asegura que, más o menos cinco minutos después, había entrado a su tienda a comprar una botella de vino, otra de whisky y tres cajetillas de tabaco, este dato le chocó mucho a mi posible clienta pues, según ella, su pareja «fumaba y bebía con moderación».
Estaba pensando en decirle que no tirara su tiempo y su dinero, que el tipo se seguramente se había ido con alguna pelandusca o simplemente iba a pasar una temporadita de fiesta, así que lo mejor para ella era continuar con su vida y él ya volvería cuando se le pasara el colocón o si lo de la otra mujer no iba en serio; entonces me di cuenta de que llevaba semanas sin un cliente y que con el adelanto que iba a pedir podría irme a tomar unas copas esa noche y cenarme unos buenos tacos al pastor en el bar del tipo aquel que huyó de México por haberse hecho un trío con las hijas de un capo del cártel de Sinaloa, así que acepté.

Dos días después volvimos a vernos en mi despacho, llevaba la misma cazadora hortera, pero esta vez la conjugaba con un pantalón de chándal casi igual que uno que me había comprado mi madre hacía décadas, cuando yo estaba en quinto de EGB. Me puse dos dedos de güisqui en un vaso y le pregunté si quería tomar algo.
-¿Tiene agua de sabores?
-Tenía una Cruzcampo -respondí-, pero creo que se la di a un cliente haciéndola pasar por cerveza.
Ella me miró, confundida, y con un gesto me dio a entender que ya no quería nada.
-¿Podemos ir al grano, por favor?
Me senté y encendí un cigarro, di una larga calada y comencé a hablar:
-Mire, mis pesquisas me han llevado a deducir que su novio no se ha ido con ninguna otra mujer, se ha ido él solo y de motu proprio.
-¿Y cómo ha llegado a esa conclusión?
-Verá, mi primera medida fue intentar reconstruir las últimas horas de su novio antes de desaparecer. El hombre salió de su trabajo a las seis y fue paseando con un compañero hasta la cervecería de un amigo, donde entró a tomar una caña. Total, que fui al bar y el amigo de su novio, el tipo ese del tupé encerado y la barba, uno con diarrea verbal, que habla como si lo fueran a prohibir -ella asintió, dándome a entender que sabía de quién hablaba-. Pues ese fulano me contó que nuestro amigo, el bebedor moderado, se tomó dos pintas -mirada de reprobación- y se despidió diciéndole que se iba a pasar por una tienda de discos cercana al bar, a ver si encontraba algo interesante; yo me dirigí a la tienda y allí hallé la solución -pequeño silencio para añadir dramatismo-. El dueño recordaba a su novio, se pasó por allí esa tarde y se llevó un disco que recomendaban en varios medios digitales, le dijo al dueño que se iba a casa a ponérselo. Todo esto ocurrió como un par de horas antes de que usted llegara a casa. A partir de aquí creo saber qué le ocurrió...
Ella respiró hondo y se llevó a la boca uno de sus cigarritos liados, yo se lo encendí y me senté en mi silla, echándome ligeramente hacia atrás.
-¿Conoce usted a Guttercats? -pregunté, sabedor de la respuesta.
Ella negó con la cabeza.
-Verá, Guttercats son una banda francesa, de París. Practican lo que ellos llaman Heartbreaking rock & roll -cara de estupefacción-. Se trata de un tipo de rock oscuro, con cierto toque lúgubre y melancólico, una producción muy básica, pero a la vez con dosis de emoción y una letras tendentes al romanticismo rockero y la decadencia.
-¿Y?
-Que su novio salió de la tienda de discos con el último CD de Guttercats en una bolsa y el disco no aparece en la lista de los discos que tiene en casa que le pedí que me enviara ayer.
-¿Y con eso cree saber dónde está...?
-No -la interrumpí-, yo no tengo ni idea de dónde está su novio...
Cogí el mando de la minicadena y pulsé un botón. «A trip down Memory Lane» comenzó a sonar mientras ella parecía cada vez más extrañada y furiosa.
-¿Y entonces por qué coño me ha citado si no tiene ni idea de...?
-No sé dónde está -la interrumpí-, pero sí creo saber qué pasó con él -inmediatamente cambié de canción, me levanté de la silla y me senté en la parte delantera de la mesa, muy cerca de ella.
-Verá, esta es la canción que da título al álbum, Follow your instinct. Es tremendamente profunda e hipnótica y su escucha le produce a uno que se le remuevan cosas por dentro, por eso creo que su novio escuchó esta canción e hizo lo que sugiere su título, se fue en busca de un destino que la vida acomodada que llevaba con usted no iba a proporcionarle. También es por eso que, tras escuchar esta canción -me acerqué a ella y bajé mi tono de voz para parecer más seductor-, me decidí a llamarla.
Mi cabeza se fue acercando a su cara con una mirada que, yo creía, recordaba a Humphrey Bogart en la escena del sofá de Tener y no tener, pero a ella debió rememorarle Slug, muerte viscosa o algo así, porque el rictus de asco que puso y la pedazo de hostia que me soltó (aún hoy, varios años después, tengo episodios de sordera ocasional) fueron antológicas, a continuación se levantó y salió de mi oficina en estampida mientras vociferaba todas las obscenidades que se le ocurrían, referidas a mí, por supuesto.

Nunca más volví a saber de esa chica ni de lo que ocurrió con su novio fugado, pero su recuerdo siempre vuelve a mi cabeza cuando pongo ese maravilloso disco de Guttercats...
Eso sí, la quinta canción, la que da título el álbum, la escucho esposado a mi silla. Por si las moscas...


viernes, 6 de abril de 2018

ELECTRICIDAD CARDIACA



Supongo que recordaréis a Uzzhuaïa, aquella banda de hard rock, a veces más clásico, otras con toques heavy modernos y oscuros que consiguió cierta notoriedad a mediados de la primera década de este siglo, en parte por haber sacado discos notables y para el público más mainstream, sobre todo, por una versión de «La chispa adecuada» de Héroes del silencio. Hace tres años Uzzhuaïa decidió tomarse un descanso y sus miembros se embarcaron en diferentes proyectos, hoy vamos a poner el acento en la nueva banda de su vocalista, Pau Monteagudo.

Corazones Eléctricos se formó para dar salida a las canciones que Pau había ido componiendo y que mostraban una inquietud por practicar un rock un tanto diferente al de su banda anterior, al lado de Kako Navarro al bajo y Miguel Giner a la batería (Pau se encarga de la guitarra), se pergeñó un disco titulado con el nombre de la banda en el que se dan rienda suelta a unas canciones que trasladan irremisiblemente al rock de corte más clásico, en sus canciones uno descubre mucho tiempo de haber mamado de ilustres tetas como Tom Petty, Creedence Clearwater Revival, Rolling Stones, ZZ Top, Led Zeppelin, Black Crowes o Golden Earring, en una primera escucha también me pareció notar ecos de Zigarros, banda con la que han compartido escenario,  Zakk Wylde en sus composiciones más clásicas y algún deje noventero, amén de alguna guitarra más lenta de corte más clásico aún, muy a lo Brian Setzer; pero lo realmente destacado de este disco es que, entre sus doce cortes no hay ninguno que baje el nivel, ningún tema parece grabado para rellenar tiempo, desde la inicial (y muy Tom Petty) «Camino al sur» hasta el final con «Todo me recuerda a ti», pasando por el stoniano «Volver a empezar», la balada fronteriza «Baile de salón», la movida «Rockawilly», el himno «¿Quién salvará al rock & roll?» (nada que ver con Dictators) y por todas las demás, asistimos a un chaparrón de rock que cala hasta los huesos.
Esta noche Corazones Eléctricos tocan en mi ciudad, Gijón. Obviamente, voy a ir a verlos para constatar las buenas sensaciones que me ha causado el disco, muchos aún estáis a tiempo de ir, los que no, escuchad y disfrutad:

Corazones Eléctricos-Corazones Eléctricos

sábado, 31 de marzo de 2018

THIS IS HOW WE PARTY



The Nuclears son una banda de Brooklyn. La que posiblemente sea su opera magna (y prima) se titula This is how we party y data de 2014. Se trata de un disco de rock contundente y festivo, como su nombre indica. Suenan a New York Dolls en el tema título y «Shelf life», a Slade en «Glitter and grime», a Thin Lizzy en «I can't quite say», a soul en «Baby, you know I love you» o a country de Nashville en la postrera «New York City blows», aparte de incluir una delirante versión de «And your bird can sing» de The Beatles.
Disco altamente recomendable para fines de semana y darse al rock y el bebercio.

The Nuclears-This is how we party

viernes, 23 de marzo de 2018

ELLA ELIGE IR EN ULTRALIGERO



Tengo un amigo que dice que hay grupos o artistas que suenan a bar, él sobre todo usa esa frase para referirse a Platero y tú, y tiene razón, el sonido y las canciones de los discos de la banda de Fito y Uoho remiten irremisiblemente a garitos con la música alta, la cerveza fría y un montón de humo proveniente de cualquier tipo de cigarro (esto último, por desgracia, ya es imposible). Cuando mi colega me comenta esto, que suele ser a menudo porque tiende a ser repetitivo, sobre todo a ciertas horas del fin de semana, a mí se me ocurren varios artistas cuya obra incluiría total o parcialmente: Entre otros, Bruce Springsteen y la E Street band, quizá hasta Born to run, los New York Dolls, los AC/DC de Bon Scott, Burning, Scott Morgan o Dr. Feelgood (el estilo que practican estos últimos se denomina Pub rock, tampoco hay que ser un lumbreras para llegar a esta conclusión).
Ultraligeros juegan en esa liga, la del rock sencillo, canalla y directo de estribillos simples y fáciles de cantar, y acentúan esa tendencia en su segundo disco, estrenado a finales del año pasado, Ella elige, once temas donde se dan la mano los Burning; el Loquillo más fiero e intenso, es decir, el de hace muchos años; los Barricada primigenios y otros ilustres como Tequila o Doctor Deseo. Mucha historia de calle y de taberna en sus letras y buenas guitarras acompañadas por una solvente sección rítmica y saxos y hammond juguetones en algunos temas. Para terminar, junto a temazos como «Soy de acero», «El tiempo se detiene», «¿Por qué no te suicidas?», «Cantando a la luna» y «Pesadillas» (hoy elijo estos, mañana podría escoger las que no he citado), se incluye una versión de «Preparado para el rock & roll» de Alarma!!! que, aparte de poder constituir un homenaje a Manolo Tena, es sin duda toda una declaración de intenciones.

En fin, que si queréis que vuestra casa, coche, vinatería, jardín de infancia o lo que sea suene como un garito de los de antes, como un bar de esos de verdad que en estos tiempos cutres y de pose puritana cada vez escasean más, probad a pinchar la música de Ultraligeros; mano de santo, santo pagano, pero santo al fin y al cabo.

Ultraligeros-Ella elige (Deezer)


viernes, 16 de marzo de 2018

DAKOTA, LOLITA, SUPERMÁN... ¿OTRO?



Thinking back, thinking of you.
Summertime, think it was June.
Yeah, I think it was June.
Laying back, head in the grass,
chewing gum, having some laughs.
Yeah, having some laughs...

Así se inicia una de las mejores canciones grabadas en este siglo, una emotiva oda al pasado y al amor adolescente incluida en un muy buen disco.

Corría el año 2005 cuando Stereophonics sacaron su cuarto álbum, Language. Sex. Violence. Other? Un trabajo que marcaría diferencias frente a sus antecesores en cuanto a la banda se refiere, ya que el argentino Javier Weyler se hacía cargo de la batería en sustitución del hoy difunto Stuart Cable, y en el sonido, donde unas guitarras más afiladas y la inclusión de teclados convertía el sonido de la banda galesa en un rock menos pop y más cercano al indie guitarrero que estaba muy de moda en las islas, pues lo mismo podía sonar en clubes de música moderna como en garitos de corte más rockero. Eso sí, a diferencia de muchas bandas adheridas a ese estilo, Stereophonics tenían una impronta muy genuina, en parte por la personal voz de Kelley Jones. Además, buscaron una portada muy transgresora visualmente hablando, lo cual, añadido al título, daba a entender que los Stereophonics de «Have a nice day» se habían subido los cuellos de la chupa de cuero y tenían ganas de hacer el gamberro un rato. Y así empiezan los guitarreos con dos trallazos, la vacilona «Superman» y la macarra y guitarrera «Doorman», a los que sigue una composición muy a lo Primal Scream, «Brother», rock de sintetizadores por un tubo. «Devil» podría pasar por una canción grunge del siglo XXI, pero lo que viene después es punto y aparte.
Tiene gracia que, en un disco tan oscuro y agresivo como este, la canción más luminosa y de tono más naïf sea la mejor, pero es que «Dakota» es una pieza súper inspirada; sin dejar de ser guitarrera, posee ese aroma de himno que sólo tienen los grandes temas, todo acompañado de una letra evocadora del primer amor y la confusión que este deja cuando termina (porque, amiguitos, si el primer amor tiene alguna certeza es que se acaba).
Tras la descarga del fantástico hit single sigue el sosiego de la mano del medio tiempo «Rewind» para después rozar el britpop con «Pedalpusher»; «Girl» trae de vuelta la contundencia y el tono más provocativo y chuleta de la voz de Jones, mientras que «Lolita» recae en cierto sosiego y una buena dosis de ternura, no en vano es una canción que Jones dedica a su hija. «Deadhead» posiblemente sea mi canción favorita tras «Dakota», cruda y rockera. El álbum se cierra con «Feel», otro medio tiempo, que marca el final de un disco con una calidad de la que no andan precisamente sobradas las grabaciones de estas dos últimas décadas.

Stereophonics-Language. Sex. Violence. Other? (Deezer)


viernes, 2 de marzo de 2018

AHORA Y SIEMPRE, QUINI, AHORA Y SIEMPRE



Me quedé conmocionado, ¿sabes? No era sólo mi colega, era el colega de  todo el mundo. 
Con estas palabras rememoraba Keith Richards el momento en el que conoció la noticia de la muerte de John Lennon; seguro que muchos sintieron lo mismo el pasado martes cuando se enteraron del  repentino fallecimiento de Enrique Castro, Quini. Al menos a mí me sucedió.

Yo, por edad, no pude ver en directo al mejor Quini, el de su primera época del Sporting. Cuando se fue traspasado al Barcelona yo apenas contaba con tres años y, cuando volvió, una generación de jóvenes, procedentes en su mayoría de la Escuela de Mareo, se habían convertido en los nuevos héroes de los jóvenes sportinguistas; en mi caso era Eloy Olaya, en otros estaba el gran Juan Carlos Ablanedo, el hombre que consiguió que los niños gijoneses quisieran jugar de porteros en los recreos del colegio, simplemente por emular sus antológicas paradas, también estaban Esteban, Tati, Zurdi, Jaime, Mino, etc. Sin embargo, igual que padres y sacerdotes en la antigua Grecia advertían que si eras un guerrero podías llevar la imagen de Ares en tu escudo al ir a la guerra, grabar en tu barca a Poseidón al hacerte a la mar o invocar a Dioniso al entregarte a los placeres del vino, pero nunca debías olvidar que Zeus estaba por encima de todos ellos y era quien reinaba en el Olimpo, así nos recordaban nuestros mayores y los cronistas de sus hazañas que Quini era la deidad absoluta del Sporting, la gran leyenda rojiblanca y así debía ser considerado por todos (y mi generación, a su vez, lo transmitió a las siguientes). La gran diferencia residía en que, mientras Zeus bajaba al llano y se mezclaba con los humanos sólo para dar rienda suelta a su caprichos más lúbricos, Quini no necesitaba bajar a ningún sitio porque sus pies sólo se despegaban del suelo cuando buscaban un balón que alojar dentro de la portería. Quini conocía y muchas veces compartía la realidad de los jubilados que apuraban sus horas en los bares, de los matrimonios trabajadores, ya fuera en casa o fuera de ella, que ponían todo su esfuerzo en sacar sus hogares adelante, de los jóvenes que buscaban su lugar en un futuro incierto y de los niños que se pelaban las rodillas en las plazas y parques soñando con ser delanteros del Sporting y la selección. Por eso era tan importante, porque sus goles, cual canciones de Bruce Springsteen, hablaban de todos nosotros y por eso su pérdida es irreparable, porque en este mundo, aterrador y falto de valores, es imposible que se repita una figura como la de Quini, alguien capaz de ser el mejor futbolista y la persona más cercana, y por eso hoy le lloramos tantos.

Marcha d'Antón el neñu

viernes, 2 de febrero de 2018

DÍAS DE TRUENO



Existen discos que te transportan a una determinada época, más allá de los típicos «Esto lo escuchaba cuando no sé quién me dejó» o «Este disco me recuerda a cuando no sé quién y yo nos metíamos mano por los callejones de no sé dónde», que suelen ser asociaciones bastante forzadas y premeditadamente buscadas, hay grabaciones que trascienden los momentos puntuales y se quedan en la memoria como banda sonora de un espacio de tiempo y sus particularidades. Esto me pasa a mí con el disco de hoy.

En 2004, Robert Strings Dahlqvist, célebre guitarrista sueco, por aquel entonces en Hellacopters, lanzaba un nuevo y muy personal proyecto llamado Thunder Express, acompañado de otro pedazo de guitarrista como Robert Pehrsson y varios reputados músicos de la escena sueca. su álbum de debut se tituló We play for pleasure, un buen disco pero inferior al que voy a referirme hoy.

Gijón era un buen lugar para vivir si eras un amante del rock en 2007, tenías varias salas de diferentes aforos donde casi todos los días encontrabas algo que ver, ya fueran grupos góticos en la planta baja de un pequeño local o bandas y artistas de prestigio como The Steepwater band, Diamond Dogs o Sonny Vincent en salas más grandes y previo pago de entrada, pasando por grupos locales que se curtían en diferentes escenarios de la ciudad. Además, la villa de Jovellanos estaba trufada de bares donde podías escuchar buena música de diferentes pelajes y  había un Festival de cine programando actuaciones interesantes, con todo eso se formaba una mezcolanza de buena música, alcohol y nocturnidad que convertía cada fin de semana, sobre todo, en una experiencia rocanrol de primer nivel.
Al mismo tiempo, en Suecia, Thunder Express se aprestaban a lanzar su segundo disco, Republic disgrace, un álbum mejor que el primero en cuanto a que esta más definido musicalmente. We play for pleasure era un disco con mucha influencia del high energy de Hellacopters pasado por tamices más clásicos, Republic Disgrace tira por el terreno Stones, Faces, Cheap Trick, etc. y suaviza las guitarras típicamente escandinavas para adornar sus canciones con muchos más pianos y coros femeninos y negroides; esto le confiere a canciones buenísimas como «New York Gold», «Vegas», «Switch», «Pick it up» o el tema que da título al LP, un sabor añejo y muy de banda de club. Unos meses después, en febrero de 2008, tuve oportunidad de comprobar la solvencia de la banda en un concierto en el antiguo Savoy 2, sito en la calle Pelayo, en el que trallazos como «From pleasure to pain», «Off I go» o «In my mind» sonaron crudos y contundentes, como Crom manda, que diría un colega. Aquello fue un cruce de caminos épico, a partir de ahí todo iría hacia abajo.

Dahlqvist reconvertió Thunder Express en Dundertaget; el mismo proyecto, las mismas canciones, pero en sueco. Personalmente, siempre esperé que Strings retomaría el proyecto original con nuevas grabaciones y giras, pero esas esperanzas se vieron truncadas por estos días del año pasado cuando se anunció la muerte del buen guitarrista con tan solo cuarenta años.
Por otra parte, Gijón también cambió, la crisis económica desatada en el verano de 2008 sacudió con fuerza y, para cuando se pudo recuperar un poco, todo había cambiado. Muchos bares habían cerrado o sido sustituidos por pastiches sin nada que ver con los templos noctámbulos anteriores, los conciertos llegaron con menos frecuencia, mucha gente se fue fuera a buscarse las habichuelas y el dominio de la ciudad quedó en manos de una franja de edad que eligió como gobierno local a una formación rancia, populista y totalmente antitética de cualquier tipo de cultura que no sea la ranciedad de Arturo Fernández o las iniciativas de ilustres enchufados...
Y así terminó la historia de una ciudad espléndida que en sus tiempos dorados cruzó su camino con el de una banda también maravillosa.

Thunder Express-Republic disgrace (Spotify)


martes, 30 de enero de 2018

SEPARATE WAYS



Las relaciones cantante-guitarrista en el mundo del rock siempre han sido complicadas, desde Jagger y Richards hasta el divorcio de Richie Sambora con el pesado de Jon Bon Jovi, pasando por Page Y Plant, Ozzy y Tony Iommi, Axl y Slash o Sebastian Bach y Snake Sabo, por poner unos ejemplos. Los toxic twins, como se ha denominado siempre a los dos miembros más representativos de Aerosmith, Steven Tyler y Joe Perry, no iban a ser menos; a lo largo de los años han acumulado excesos, broncas, separaciones, uniones y periodos en los que parecían un matrimonio bien avenido. Ahora la banda de Boston decide separarse (a ver si va en serio o es la típica disolución precedente a un regreso estelar en un par de años) y Tyler y Perry ya se han posicionado a la hora de iniciar una carrera en solitario, Steven ha horrorizado al mundo tirando por el country pop al estilo Taylor Swift que tanto gusta en los talent shows americanos en los que hace de jurado y Joe se ha lanzado al ruedo discográfico con este Sweetzerland manifesto del que voy a transmitiros mi opinión.

Joe Perry ha optado por no separarse demasiado de su contribución al grupo de las alas, lo cual tiene dos inconvenientes; por una parte, repite ciertos detalles (el truco de un inicio de aires selváticos, aquí titulado «Rumble in the jungle», ya se hizo en Get a grip con mejor tino), por otra, la sombra de Tyler se cierne sobre el disco como la ausencia en la silla vacía de una comida familiar.
Si bien Perry acierta al componer las canciones en la clave hard blues rock que poseían los temas de mayor aportación suya en el combo aéreo, se equivoca gravemente al no atreverse a cantar él (salvo en «Eve of destruction»), sobre todo cuando en Aerosmith sí lo hacía, utilizar a Terry Reid en «I'll do happiness», «Sick & tired» y «Won't let me go», canciones perfectamente válidas para el tono sobrio y grave de Perry, es absolutamente superfluo y una posible muestra de inseguridad, pero lo peor viene cuando ves y escuchas que en canciones que tienen un poco más de groove se le unen el vocalista de Cheap Trick, Robin Zander, en la marchosa «Aye, aye, aye», o el frontman de los New York Dolls, David Johansen, en «I wanna roll», «Haberdasher blues» y «I'm going crazy». Estas colaboraciones no hacen sino acrecentar la sensación de orfandad y pensar que, si Aerosmith no se estuviera separando, alguno de estos temas se incluiría en su próximo disco.

Pese a todo, que la primera incursión de Perry en solitario haya resultado de la manera que he descrito anteriormente es hasta normal, los inicios tras años de escribir y tocar junto a otra gente, y pasar de que tu carrera en solitario fuera un mero entretenimiento a que se convierta en tu actividad principal no deben ser circunstancias fáciles de digerir al principio. Por eso, es mejor fijarse en que las canciones son buenos temas y que Joe Perry sigue en forma con una guitarra en las manos, lo demás vendrá por añadidura.

Joe Perry - Switzerland manifesto (Deezer)

viernes, 19 de enero de 2018

RECUERDOS DE MIERDAVILLA



No entiendo cómo es posible que este disco no haya llegado a ser un clásico... Bueno, entenderlo desde el punto de vista de conocer las razones por las que no llegó a serlo, sí, pero, escuchándolo, uno se horroriza ante la poca trascendencia que ha logrado con el paso del tiempo.
1993 no fue el año más propicio para lanzar un disco que conjugaba el punk, el rock & roll y el power pop con unas letras cachondas y un espíritu en general gamberro y juerguista. En el Reino Unido, país de origen de los autores de esta jodida maravilla, el britpop comenzaba a conquistar el Imperio y el rock de mayor lustre guitarrero venía de la mano de unos Manic Street Preachers para nada interesados en la diversión y sí en la crítica y la llamada a la rebelión. Pese a todo, Ginger, cabeza visible de The Wildhearts, había decidido separarse del rock clásico que tocaba en The Quireboys y del hard rock de The Throbs y optar por darle a su nueva banda (The Wildhearts) un sónido más basado en Ramones, The Skids o Buzcocks y así nacieron trallazos como, por ejemplo, «Caffeine bomb», la ramoniana «Tv tan», el estribillo pop de «Greetings from shitsville» o el descomunal temazo «My baby is a headfuck», un rocanrol punkarra, gracioso y furioso digno de sonar todos los fines de semana en los bares de rock que se precien de serlo.

Es de muchos sabido que la carrera musical de Ginger no se paró en este disco, posteriormente vinieron más obras con los Wildhearts, diferentes proyectos en solitario y colaboraciones con grandes como Nicke Andersson y Michael Monroe, pero siempre es bueno echar la vista atrás y recordar un trabajo maravilloso lleno de calidad y sin culpa de que el gusto musical general discurriera por derroteros menos divertidos.

The Wildhearts-Earth vs. The Wildhearts (Deezer)

jueves, 11 de enero de 2018

ACE OF SPADES



Ayer me enteré de la triste noticia del fallecimiento de «Fast» Eddie Clarke tras una neumonía. Con la muerte de Clarke nos quedamos sin ningún miembro de la considerada formación más clásica de Mötorhead (aunque algunos crean, erróneamente, que es la original, Larry Wallis y Lucas Fox estuvieron antes que ellos pero no participaron en ningún álbum). A modo de homenaje a Eddie, y como recuerdo a Lemmy y Phil Taylor, decidí reescuchar el Ace of spades, que siempre ha sido mi disco suyo favorito.

Con Mötorhead pasa una cosa muy curiosa, una gran parte de bandas de thrash metal los reconoce como una influencia clave para el género y siempre se les ha englobado en el saco del heavy metal y variantes; sin embargo, Lemmy siempre ha renegado de estas etiquetas y se ha mostrado más proclive a considerarse una banda punk. Como con casi todo, la explicación más plausible está en un punto medio, entiendo que Lemmy se desligue en cierta manera del heavy metal (más que nada porque a mí no me gusta el heavy pero sí me gusta Mötorhead), muchas de las canciones del trío británico están claramente basadas en el rocanrol y los riffs de gente como «el Eddie Cochran», que diría Johnny Roqueta, los mismos que en el '77 se aceleraron para crear el punk. Por otra parte, la velocidad endiablada, ese doble bombo en la batería y los solos desenfrenados constituyen un nexo indiscutible para lo que luego hicieron bandas como los Metallica auténticos, Anthrax o Megadeth. Pues bien, todo esto te lo encuentras en un discazo como Ace of spades, con temas tan demoledores como «Love me like a reptile», «Fast and loose», «Fire fire», «Dance»,
«Dirty love»... bueno, realmente todo el disco son temones y yo me alegro de haberlo rescatado aunque haya sido por un motivo tan triste.

Descansad en paz, Lemmy, Eddie y Phil. Gracias por todo.

Mötorhead-Ace of spades (Deezer)