martes, 8 de julio de 2014

LOS ZIGARROS

"Prefiero una nota de los Sex Pistols a todos los solos de Eric Clapton" manifestó en una ocasión el maestro Oriol Llopis, uno de los grandes del periodismo rockero en el estado español. Sin estar del todo de acuerdo con dicha frase por lo exagerado, quien suscribe estas líneas sí opina que en la música, es decir, en el Rock n' Roll, resulta más efectivo la urgencia, la energía y la vitalidad de unas guitarras desenfrenadas al virtuosismo y los riffs plagados de arabescos. En ese sentido, dentro la música española el debut de la banda valenciana Los Zigarros ha resultado un balón de oxígeno. En un panorama inflado de grupos indie-mainstream con machaconas melodías poperas y producciones anodinas y grupos pseudorockeros con mucha más imagen que furia guitarrera, los hermanos Ovidi y Álvaro Tormo comenzaron su andadura en 2.011 tras abandonar su anterior banda, los también recomendables Perros del Boogie, y en 2.013 salió a la calle su primer disco homónimo, un trabajo cuyas características principales son la frescura y unas canciones repletas de electricidad post-adolescente y tempos urgentes. Desde la inicial "Cayendo por el agujero", de ecos beat a la postrera e hiperguitarrera "Antes de los muertos", pasando por las vertiginosas "Hablar, hablar, hablar..." y "Voy a bailar encima de ti", el medio tiempo flemático de "Desde que ya no eres mía", la canalla y stoniana versión del "No obstante lo cual" del argentino Pappo, una "Como un puñal" que deja asomar su gusto por el Tom Petty de "Damn the torpedoes", los ecos y estribillos del rock ochentero de bandas como Pistones y Elegantes en "Voy hacia el mar", una juguetona "¿Qué harás, amor?" con sabor a Los Rodríguez y un piano sobrino-nieto del Honky-tonk, el disco de estos chicos ofrece 39 minutos de puro Rock n' Roll sin concesiones decelerado únicamente por la balada "Tras el cristal", una composición lenta muy al estilo de sus amigos  M-Clan. Asimismo, cabe destacar la producción de un Carlos Raya al que hay que agradecer que no haya intentado matar la energía y frescura de Zigarros como sí ha hecho con Fito y los Fitipaldis o M-Clan.
Un disco que no cambiará la vida de nadie, pero que resulta una colección de canciones ideales para bailar, gritar, sudar y beber...
Y el Rock n' Roll va de eso.

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