La Semana Negra de Gijón echará el telón este próximo domingo, así finaliza una edición más de una cita ineludible en el verano de la ciudad más importante de Asturias, concretamente la número veintisiete, una vez más con una afluencia enorme de gente. Cierto es que a la Semana Negra lleva cierto tiempo acumulando polémicas y problemas, unos generados por los mandamases del certamen y otras por las mismas mentes estrechas que han terminado por enterrar la vida cultural de esta ciudad. Es cierto que este festival está politizado, por supuesto, pero, aparte de que hoy en día vivimos en un mundo en el que pocas cosas escapan de la garra de la política, habría que preguntarse por qué se puede criticar que el festival tenga una tendencia política y no que haya gente que por colocarse en la trinchera contraria pueda satanizar todo lo relativo a la Semana Negra, esa misma razón fue la que la llevó a alejarse de los terrenos de El Molinón, gracias, plutócratas. En el debe habría que decir que el creador de esta ciudad sí se ha acabado por endiosar y convertirse en una caricatura de sí mismo.
El tema que yo realmente quería abordar es el de aquella gente que critica a la Semana Negra por su falta de culturalidad y la acusa de ser un chiringuito gigante. Dicha opinión es una gigantesca estupidez porque no ofrece resistencia alguna en cifras. Desde el primer día hasta el último y desde la hora de apertura hasta el cierre, la Semana Negra ofrece presentaciones, encuentros, proyecciones, ruedas de prensa, actividades, exposiciones y demás, además de contar con muchos stands de librerías. Otra cosa es que el festival se vea adornado de alternativas de ocio y, si no quieres cultura, tienes atracciones, bares, restaurantes y puedes beber, comer, escuchar música en directo (bueno, esto también es cultura), es decir, que realmente posee la pluralidad que luego tanto se echa de menos cuando llega, por ejemplo, la semana grande.
Esta es mi opinión y la refrendaré exponiendo los dos tipos de críticos con la inculturalidad de la Semana negra que existen: El primero son ésos a los que dicha cultura, casualmente, se la trae al pairo, sólo salen de las carpas de los bares a por bocadillos de criollo, o a regatear unas Ray-Ban o unos Calvin Klein de imitación a un vendedor ambulante. Creen que la cultura ha de llegar a ellos como un potito a la boca de un bebé y, si nadie se la lleva, es que no existe. El segundo tipo es exactamente lo contrario, culturetas snobs a los que les sobra todo lo lúdico del festival y la gente que disfruta de ello.
Sepan ambos grupos que yo el año que viene volveré a disfrutar de la Semana Negra en su totalidad, iré a presentaciones, compraré libros, veré exposiciones, tomaré unas cervezas, cenaré, escucharé buena música en directo y me compraré algún souvenir si algo me gusta.
Vayan por adelantado mis disculpas por no tener una visión de la vida tan limitada como la suya.
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