Decía Máximo en "Gladiator" que lo que hacemos en esta vida tiene su eco en la eternidad. Si bien es cierto que las obras de los hombres suelen sobrevivir a éstos y que según lo importantes que hayan sido los logros de uno será más o menos recordado, la verdadera huella que dejamos en este mundo son los recuerdos de los que nos han conocido y han formado parte de nuestra vida.
Precisamente de eso trata "Últimos tragos", novela del inglés Graham Swift.
La acción comienza precisamente tras la muerte de Jack Dodds, un modesto carnicero de un barrio de las afueras de Londres. Jack deja como última voluntad que sus cenizas sean arrojadas al mar en la costa de Kent. Así sus grandes amigos Lenny, Vic y Ray y su hijo adoptivo Vince inician un viaje en un destartalado Mercedes de segunda mano en el que aflorarán los recuerdos, situaciones vividas con el finado y las claves de las relaciones interpersonales que con el tiempo han surgido entre todos ellos.
Una historia mínima muy bien contada, personajes pequeños y sin dobleces hacen grande a esta novela de gente trabajadora que se reune en los bares para tomar cerveza y arreglar el mundo con sus amigos entre risas, de abrazos sinceros y apoyos en los malos momentos.
Realidad en estado puro.
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