jueves, 31 de julio de 2014

ESTÁS EN LA PUTA JUNGLA Y VAS A MORIR



Corría el año 1.988 y el panorama musical era terriblemente desalentador. Aparte de todos esos artistas estrafalarios que despuntaron en la década de los '80 asistíamos a las horas más bajas de los grandes artistas. Los Stones, Dylan, Bowie, etc. alcanzaron sus cotas más bajas musicalmente hablando en ese periodo de tiempo. Bruce Springsteen había editado el año anterior "Tunnel of love", sin duda un gran disco, pero por sus características muy alejado del vigoroso espíritu de sus grabaciones anteriores. Así presenciábamos una Gran Bretaña dormida en cuanto a lo que a bandas de rock se refiere, sus nuevos referentes musicales eran Boy George y Human League y el primer brit-pop asomando la nariz. En los Estados unidos la hegemonía del rock más contundente pertenecía a los grupos llamados "Sleazy", bandas como Mötley Crüe, Poison, Ratt o Cinderella, bandas influenciadas por Kiss y Van Halen que habían tomado una estética Glam para cantar sobre juergas y chicas. El problema de estas bandas es que la pose acababa por poseer a la identidad del grupo. Por otro lado teníamos a las bandas Thrash-Metal del Bay Area de San Francisco, grupos como Metallica, Slayer, Megadeth o Testament, excesivamente ruidosos, repetitivos y planos.
Ante tal panorama se necesitaba de una nueva banda que recordara al Rock n' Roll sus valores y le devolviera su espíritu transgresor. Y ocurrió el milagro...
La discográfica Geffen sacó a la calle un disco llamado "Appetite for destruction" grabado por unos chicos residentes en Los Ángeles cuya banda atendía al nombre de Guns n' Roses. Esta grabación se ganó la polémica ya desde su lanzamiento, pues la portada que se puede observar arriba fue censurada y cambiada por otra más. Más allá de todo eso este lanzamiento fue un impacto en el mundo del rock, seis gamberros que malvivían en la parte más salvaje de Los Ángeles habían parido una obra sincera, llena de rabia y que rezumaba rebeldía. Un cantante desquiciado y poseedor de una voz chirriante, melódica y bestial a la vez, W. Axl Rose, un guitarrista de raza dispuesto a interpretar los solos más irreverentes, Slash, un bajista de Seattle loco por el punk y con una actitud hostil y chulesca, Duff, un guitarrista rítmico destetado con Jack Daniel's y riffs de Keith Richards, Izzy Stradlin y un batería toxicómano y pendenciero, Steven Adler, le dieron una vuelta de tuerca al rock de Los Ángeles, dotándolo de mayor fuerza y velocidad.
El disco era una constante provocación y muestra de inconformismo. Si en la década de los '60 los Rolling Stones habían escupido en la cara de la sociedad políticamente correcta mostrando su falta de satisfacción ante el mundo en el que vivían, Guns n' Roses declaraba la guerra a las mentes bienpensantes y amantes de lo establecido con una perversa bienvenida. "Welcome to the jungle" suponía una incitación al acercamiento a una jungla urbana alejada de las luces de Hollywood y los Lakers del "Showtime", una despiadada crónica de un mundo de violencia, drogas, etc. Un mundo en el que Blancanieves se prostituye, Micky Mouse vende crack y Walt Disney regenta un peep-show, un mundo creado a base de vino barato y noches en vela.
Un disco que en estos tiempos de corrección y buenas maneras sería inimaginable.
Fabuloso y altamente recomendable.

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